El sueño más grande para Nurys Villa Zabaleta, a sus 52 años, es el de aprender a leer y escribir. Para ella, estudiar fue un privilegio que no pudo tener. La falta de recursos en su hogar la obligó desde muy pequeña a salir a trabajar, vendiendo maíz en su pueblo Chibolo, centro del Magdalena, donde ha permanecido toda su vida.
Recuerda que tenía 7 años y le tocaba, como a todos los niños de su edad, despertarse temprano y arreglarse, pero no para asistir a un centro educativo, sino porque tenía que ayudar a sus padres a generar dinero que les diera para comer a la familia entera, compuesta por siete hermanos. Era la mayor.
Los otros muchachitos me llevaban la mano y me ponían a escribir locuras para burlarse
Las calles destapadas y esquinas fueron los lugares donde creció y aprendió lo poco que logra entender. Esas circunstancias la hicieron una mujer fuerte, luchadora y echada para adelante.
Aunque no niega que le habría gustado tener la oportunidad de sentarse en un aula de clases, dice que se siente agradecida con Dios y la vida por haberle dado salud y la capacidad de sobreponerse a la adversidad.
“Muchas veces me desocupaba temprano de vender y me iba para los colegios a quedarme afuera, mientras los otros niños salían de clase. Les preguntaba sobre lo que hacían allá adentro y les pedía que me mostraran los libros, pero igual nunca entendía nada”, cuenta Nurys, en medio de su sonrisa.
A manera de anécdota, expresa que “los otros muchachitos me llevaban la mano y me ponían a escribir locuras para burlarse, porque yo no sabía lo que decía”.
A medida que iba creciendo, las posibilidades de asistir a un plantel educativo se alejaban cada vez más, pues se sumaban más obligaciones por las cuales ella debía trabajar y contribuir más en su casa.
Con la familia adelante
Verlos leyendo y escribiendo me da felicidad grande, porque fue algo que yo siempre he querido hacer
Pasó el tiempo y en el oficio diario en el pueblo, se enamoró y decidió conformar un hogar con su pareja a quien le transmitió su anhelo de estudiar; sin embargo, tampoco pudo hacerlo porque la situación económica continuaba siendo precaria.
Ya siendo una adulta se dedicó a labores de reciclaje, mientras su marido se iba a trabajar al campo.
En este oficio lleva 20 años, durante los cuales ha podido darle no solo la alimentación y el sostenimiento a sus ocho hijos, sino también la educación para que puedan aspirar a una vida mucho menos compleja a la que ella ha tenido y aprendido a sobrellevar.
“Verlos leyendo y escribiendo me da felicidad grande, porque fue algo que yo siempre he querido hacer. Me da duro no poderlos ayudar, pero confío en que las cosas serán mejores para todos ellos que actualmente se encuentran estudiando”, expresa.
De hecho, actualmente una de sus hijas se encuentra en Bogotá, realizando carrera universitaria.
“Esa niña será tan grande como se lo proponga”, exclama esta mujer. A pesar de su edad, hoy de 52, y que su tiempo es escaso, Nurys, quien vive en una casa de zinc, asegura que su ilusión sigue siendo poder tomar un lápiz con sus manos y estampar su firma.
El programa departamental
Para que no me engañen a la hora de hacer trámites de documentos y saber lo que firmo
Esta historia fue conocida por el gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo, quien personalmente la visitó y la invitó a participar en un nuevo programa que fue lanzado en los municipios y que busca precisamente que personas adultas aprendan a leer y escribir.
La iniciativa es denominada ‘Yo sí Cambio, todos Alfabetizados’ de la Gobernación. Otro de los que será beneficiado con este programa es Álvaro Matera Andrade, habitante de La China, corregimiento de Chibolo, quien no dudó en agradecer por esta oportunidad.
Para este hombre, aprender a leer y escribir significa un gran paso para cambiar su vida y brindarle un mejor futuro a su familia.
Asimismo, la señora Alba Rodríguez, también de Chibolo, aseguró que: “me siento muy contenta con el programa, porque yo no sé leer ni escribir, pero voy a poder hacerlo. Voy a aprender, a cambiar mi estilo de vida, a expresarme mucho mejor, para que no me engañen a la hora de hacer trámites de documentos y saber lo que firmo”, anotó.
Son 600 docentes que avanzan en su tarea de enseñanza por el Magdalena. A la fecha, la Gobernación ha focalizado 26.750 habitantes de los 29 municipios.
Una de ellas es Nurys Villa, que asiste emocionada a sus clases, confiada en que en cuestión de meses podrá disfrutar de una buena lectura al aire libre. También cuenta que lo primero que hará será escribirle una carta de amor a sus hijos para motivarlos a que nunca dejen de luchar por sus sueños.
Roger Urieles
Para EL TIEMPO Santa Marta
En Twitter: @rogeruv
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