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El camino de la mujer más joven con el título en derecho deportivo Fifa

La bonaverense Dayanna Merizalde cursó estudios en Buenos Aires y hoy asesora a futbolistas.

Dayanna es una mujer que no tiene límites, se ha sacrificado para conseguir sus metas y siempre refleja la felicidad.

Dayanna es una mujer que no tiene límites, se ha sacrificado para conseguir sus metas y siempre refleja la felicidad. Foto: Archivo particular

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Pum, pum, pum… -Mi niña, al suelo-, grita su mamá. Luego, tras unos eternos segundos de angustia, todo vuelve a la calma.
Es una reacción casi natural, de repetidas escenas que se viven con frecuencia en una noche cualquiera en sectores complicados de Buenaventura, el puerto del Valle del Cauca, en barrios donde no se levantan muros, pero sí hay fronteras invisibles. Si se camina unos metros más hacia adentro, a lo oscuro, a lo incierto, a lo desconocido, todo puede terminar ahí, en el lugar equivocado.
Nunca pasó a mayores, solo fue el temor, el miedo o la incertidumbre de que algún estallido de una mecha, pólvora o juegos artificiales, fuera en realidad una bala perdida con destino devastador.
Y ese fue un trauma con el cual vivió por mucho tiempo, incluso todavía, Dayanna Marizalde, una joven bonaverense que creció en el Bellavista, uno de los barrios céntricos del puerto, donde queda la galería, el hospital, la iglesia y en el que también se mueve buena parte del comercio de la ciudad.
La hija de Segundo y Marlyn fue una niña precoz. A los 16 años ya era bachiller, luego de cursar sus estudios en colegios privados. Siempre se distinguió por ser una  destacada alumna, aunque también se destacó por su espíritu de gran luchadora que a punta de labia y argumentos lograba alcanzar y convencer al que fuera. Por eso no fue casualidad que en su último año escolar, en el Incodelpa, fuera la personera, luego de apabullar en las votaciones estudiantiles a su único oponente.
Era muy baja, pero la agilidad me daba para llegar a los balones más complicados de la cancha y eso fue determinante para lograr victorias en partidos de voleibol
Sus propuestas, por lo general, siempre tenían que ver con el deporte, bien en la adecuación de las canchas, en conseguir implementos o en la organización de campeonatos. Su baja estatura la compensó con su velocidad. Ser escurridiza y rápida siempre la recalcó  como jugadora de fútbol sala, pero también fue armadora del equipo de voleibol femenino.
“Era muy baja, pero la agilidad me daba para llegar a los balones más complicados de la cancha y eso fue determinante para lograr victorias en partidos de voleibol. Nos dimos el gusto de vencer a las grandotas de los colegios públicos, que eran las mejores de la ciudad”, relata Dayanna entre risas llenas de picardía.

Un título con mucha altura

Hoy, a sus 27 años, eso sí, después de batallar sin descanso, la abogada de la Universidad Libre de Cali, se da el gusto de ser la mujer más joven que ha cursado con éxito el Máster Internacional en Derecho Deportivo de la Fifa, título que consiguió en la Universidad Católica de Argentina –UCA-, una de las mejores y más prestigiosas de ese país.
Pero eso no fue, como dice el dicho, en un abrir y cerrar de ojos. Transcurrieron meses y años de extensas jornadas de estudio y de trabajo, con alta dosis de sacrificio, de mucha lectura y de largos días en los cuales en muchas ocasiones no sabía si era de día o de noche.
Dayanna, el día de su grado como abogada de la Universidad Libre de Cali.

Dayanna, el día de su grado como abogada de la Universidad Libre de Cali. Foto:Archivo particular

A los 20 años ya había recibido su diploma de abogada, junto a su mejor amiga y compañera de logros y aventuras Kaneesha Urbano. Apenas ellas dos recibieron el diploma en ese momento entre 400 posibles graduantes. “Nunca fui la mejor del curso, pero sí, la más estratégica y astuta. Me rendía mucho y sacaba el máximo provecho de eso, al final pude recoger los frutos”.
Tras graduarse de bachiller con algunas dificultades económicas, lo único claro que tenía Dayanna era salir de Buenaventura. Su idea era estudiar en Cali, una ciudad grande en donde había más posibilidades de crecer que en su natal Buenaventura. Su mamá le insistía en que estudiara una contaduría, pero siguiendo un oportuno consejo se decidió por el derecho, aunque siempre tuvo la intensión que la carrera que seguiría tenía que estar de alguna manera relacionada con el deporte.
Por eso su tesis de grado, que fue apoyada y asesorada cuidadosamente por el profesor Fernando Londoño, abogado especializado en derecho laboral, estuvo enfocada en el deporte.
Dayanna soñaba despierta: quería ser abogada del deporte y asesorar a Messi, Cristiano Ronaldo o también a grandes jugadores del fútbol colombiano. De ahí que desde cuarto semestre, obsesionada con el tema, comenzó a trabajar en su monografía y ya sobre el tercer año de carrera la tenía lista. Se esmeró por hacer una presentación en la cual expuso el derecho laboral deportivo, la estructura de los contratos y todo el desarrollo istrativo de los clubes deportivos.
Semana a semana se hizo visible en los campos y canchas de entrenamiento de los clubes de fútbol del Valle del Cauca: Cali, América, Cortuluá y el Depor FC, en ese entonces – hoy Atlético F.C.-. Y esa constancia le valió para forjarse, relacionarse y consolidar su conocimiento en el mundillo del fútbol. Fueron muchos los secretos que conoció y de los cuales aprendió durante los ires y los venires de ese capítulo de su vida.

El impulso a Buenos Aires

Como Dayanna reconoce, ella siempre ha estado rodeada de ángeles que se aparecen en el justo momento y cumplen con la misión de abrigar, proteger e impulsar. Y uno de tantos que influyó en ella fue Juan Carlos Vásquez, un reconocido empresario de futbolistas. Por cosas de la vida él llegó a dar una charla a la universidad sobre su labor. Sus cotizadas transferencias de jugadores como Pablo Armero o Avilés Hurtado lo hacía muy exitoso en su oficio como agente deportivo.
Ese primer o reverdeció. Vásquez fue uno de los entrevistados que aportó en la argumentación y sustento de la tesis de grado y también fue el encargado de darle el  empujón que requería Dayanna para que se proyectara a estudiar y hacer el curso de la Fifa en Buenos Aires.
‘Él me vio muy emocionada, apasionada y enfocada en lo que me gustaba y me motivó a que me inscribiera. ‘Tenés que ir a Buenos Aires y hacer ese curso, eso es lo tuyo’, me dijo. Lo único malo en ese momento es que acababa de graduarme, tenía mi título de abogada, pero no tenía trabajo. Pero todo, no sé cómo, se fue dando. Ahí veía muy lejano ese sueño”, reconoce Dayanna, quien tiempo después supo que Juan Carlos había enviado una carta para recomendarla con el grupo de asesores. Ese gesto fue determinante.
Además, para aplicar al tan soñado curso de agente Fifa, uno de los requisitos adicionales era hablar un segundo idioma, no necesariamente el inglés.
En las clases, era aprenderse canciones en inglés y el verbo ‘to be’ y eso era todo. No lo aprendí, entonces me decidí por cursar el portugués
“No es un secreto que el idioma inglés que se aprende en los colegios de Buenaventura no es el más indicado. En las clases, era aprenderse canciones en inglés y el verbo ‘to be’ y eso era todo. No lo aprendí, entonces me decidí por cursar el portugués, un idioma sonoro que también es muy usado por empresarios de futbolistas y también es habitual en países asiáticos cuando se trata de negocios. Y fue una buena decisión”, destaca.
Para ella no fue complicado dominar ese nuevo idioma, gracias en buena parte del hábito de la lectura. Lee entre dos y tres libros por mes y su escritora favorita en la novela policíaca es la británica Agatha Christie.

‘Me metí al melao del fútbol’

En la primera entrevista virtual para la isión ante académicos le fue bien. Ella se desenvolvió y se movió como pez en el agua. Habló de su pasión por el fútbol y todo lo que se movía alrededor, que gozaba viendo simultáneamente cuatro partidos y escuchaba atenta todos los datos que suministraban en cada transmisión, que siempre en sus pestañas del computador estaban las páginas de los principales medios deportivos del mundo como Marca, As, Mundo Deportivo y Diario Sports, entre otros.
Como anécdota, alguno de los entrevistadores quedó tan sorprendido que incluso le dijo que quizá en su vida pasada pudo haber sido dirigente y a deportiva.
Después de una segunda entrevista y tras cumplir con otros requisitos, como el de llegar acompañada a la Argentina, para lo cual contó con su gran amiga, desembarcó en Buenos Aires, con la mejor disposición, muchas ilusiones y dinero, aunque no el deseado para una travesía de nueve meses. Era un nuevo reto para la estudiante más joven inscrita en el curso de la Fifa.
La joven estudió becada en la Universidad Católica de Argentina, una de las más prestigiosas.

La joven estudió becada en la Universidad Católica de Argentina, una de las más prestigiosas. Foto:Archivo particular

Ya en sus primeros días de clases comenzó a relacionarse con dirigentes, hijos de prestigiosos exjugadores de fútbol y personalidades. No todos tienen la oportunidad de ingresar a la UCA, una de las universidades más exclusivas y costosas del país. “Me metí al melao del fútbol”, enfatiza Dayanna, mientras sigue contando con detalles, ahora ya como anécdota, toda esa dura etapa que vivió.
Viajó a territorio argentino, pero después de tres meses el dinero que llevó para nueve meses se acabó. Simplemente, como novata, hizo un mal cálculo y los pesos se acabaron, lo que ponía en riesgo su permanencia, la culminación de sus estudios y también hacer realidad su sueño de adolescente.
La solución era conseguir un trabajo, pero un colombiano conocido suyo, que llevaba varios años allá y había cumplido labores de mesonero, camarero, mensajero y barman, entre otras actividades, le dijo que para un colombiano era muy complicado conseguir un ‘laburo’ en ese país.

Conseguía trabajo o se acababa todo...

Un viernes se le acabó el dinero y si no lograba conseguir un empleo debía regresarse la semana siguiente, pues no había medios para pagar un apartamento y la alimentación. Así que conseguía trabajo o se acababa todo, de regreso a Buenaventura. Buscó vacantes para laborar como mesera, secretaria o mensajera y nada, pero tampoco tenía el permiso de trabajo en ese país.
Entonces, con lo poco que le quedaba, es decir su apuesta final, fue sacar la cédula argentina para poder aplicar a cualquier empleo ya que sin eso no podía conseguirlo. Y al final la consiguió.
Ingresó a laborar en un hotel como recepcionista con turno de una de la madrugada a 6 de la mañana. Allí, en el hostal, no le pagaban un solo peso, no contaba con un sueldo, pero a cambio aseguraba la dormida y el desayuno, apenas para salvar de momento la situación.
Cuidaba como un tesoro la única chaqueta que tenía y un par de tenis Nike, los rios que más usaba, fue muy difícil
“Bueno, no fue fácil, lo poco que podía dormir lo hacía en una habitación en la cual había 5 camarotes, es decir, me tocaba compartir con personas extrañas en las que no se puede confiar. Eran forasteros que llegaban y se quedaban una noche o dos, pero uno no sabía si eran malas personas; además, era compartir con varios humores, costumbres o tratar con ladrones, violadores o asesinos. Dormía con mi maleta amarrada al brazo y el teléfono móvil y el portátil debajo de la almohada. Además, cuidaba como un tesoro la única chaqueta que tenía y un par de tenis Nike, los rios que más usaba, fue muy difícil”, describe la porteña como si tuviera al frente una gran pantalla de cine y estuviera viendo el rodaje de esa nostálgica película.
Ya se salvaba algo, pero igual requería de dinero para poder sacar las fotocopias de las decenas de libros que tenía que consultar a diario tras sus clases en la nocturna. Por ahí se encontró una posibilidad en una prestigiosa oficina de abogados.

‘Comenzamos mal’

Llegó a la cita unos 15 minutos antes de la hora pactada y estaba tranquila, pero cuando la abordó uno de los abogados le dijo que llegaba tarde, pues en Argentina si alguien está interesado en un trabajo debe llegar por lo menos 45 minutos antes. “Comenzamos mal”, le advirtió.
La labor era ir a los juzgados y que todos los casos de la oficina estuvieran al día, averiguar cómo estaban los litigios y que no se fuera a pasar ningún detalle con los clientes.
“Recuerdo que hacía bochorno, la temperatura era alta y sentía calor. El abogado me dijo que me quitara la chaqueta para que estuviera más fresca, más cómoda, pero la verdad, me daba vergüenza, ya que como no tenía plancha, la blusa que vestía estaba muy arrugada”.
- Quítese la chaqueta que después tendrá dinero para comprar una plancha. El puesto es suyo- dijo el licenciado con voz serena y autoritaria. Esa frase la llenó de confianza.
Casi que de inmediato la misma oficina de abogados requería otra persona para que se encargara de las miles de fotocopias que se sacaban a diario. Le preguntaron a Dayanna que si conocía a alguien para cumplir con esas funciones de oficina y pensó en su amiga, pero ella también acababa de conseguir otro trabajo, entonces, se le ocurrió una idea.
“Ya tenía asegurada la dormida y el desayuno por un lado y un salario mínimo por el otro, pero tenía la oportunidad de mejorar los ingresos, y decidí postularme también para esa labor. Debía hacer maromas para cuadrar los horarios, dormía muy poco,  pero necesitaba esa entrada adicional”, recuerda.

Querer es poder

Llegaba a la oficina a las 5 a. m. para sacar las fotocopias, dos mil o tres mil en promedio, y luego comenzaba el recorrido por los despachos de la ciudad durante el día. En la noche estudiaba para cumplir con su beca y luego y regresaba al hostal a su  de trabajo. En muchas ocasiones eran algunos minutos de sueño y ya, para después comenzar de nuevo.
Su pequeña figura pasó de los 55 a los 43 kilos de peso. 16 kilos se habían eliminado por el trajín diario de casi las 24 horas. Incluso puso en peligro su salud por el desgaste físico, pero por todo y con todo, logró sacar adelante sus estudios.
La colombiana, orgullosa con su cartón otorgado por la UCA y la Fifa.

La colombiana, orgullosa con su cartón otorgado por la UCA y la Fifa. Foto:Archivo particular

Al final, luego de presentar un muy documentado trabajo de grado, en el cual plasmó lo que para ella sería organizar y poner a rodar un campeonato de fútbol femenino, recibió los honores de su merecido grado.
Por esa época ya en Colombia también se hablaba de comenzar a desarrollar un torneo de fútbol y meses después, luego de consultas de la Federación Colombiana de Fútbol y la Dimayor, con representantes de la Conmebol y la Fifa, arrancó la primera Liga femenina con un modelo de organización sugerido y avalado precisamente desde el sur del continente.
Recibió su cartón al obtener el título en Derecho y Management Deportivo otorgado por la UCA y la Fifa-Cies, y se convirtió, de paso, en la primera mujer y la alumna más joven en recibirlo, el posgrado o especialización en esa materia de gestión, gerencia y istración deportiva.

Un regreso sin sancocho de gallina

Pero esa gran alegría se tornó en tristeza y depresión apenas unos días después, en su regreso al puerto.
Se imaginó una bienvenida por parte de la familia, con algarabía y sancocho de gallina, pero llegó y no había nadie esperándola en el aeropuerto de Cali. Su mamá le dijo que llegara a Buenaventura, que dejara sus cosas y que la esperaba en una dirección que le pasó. La sorpresa es que el lugar era una funeraria…
Por teléfono nunca me dijo que estaba enferma. Falleció justo el día que regresé, no alcancé a verla con más con vida
“Ese final de año de 2015 fue muy duro. Estaba feliz, pero a mi regreso me encontré con la muerte de mi abuela Elida, quien fue como una segunda mamá. Conviví mucho con ella tras la separación de mis padres. Me consentía. Apenas estudió unos pocos años de primaria, pero tenía mucha sabiduría y me inculcó que estudiara. Por teléfono nunca me dijo que estaba enferma. Falleció justo el día que regresé, no alcancé a verla con vida”, confiesa  Dayanna con pesar. Luego entró en una profunda depresión. Tanto esfuerzo para mostrarle el diploma a su abuela tras los  malabares que tuvo que hacer en la capital argentina y no pudo hacerlo.

Un reto con las diablas del América

Después de la tristeza era necesario dar vuelta a la página y entrar al ruedo.
“Tenía 21 años, con título de abogada, graduada de la especialización de la Fifa, con ganas de trabajar y todas las ilusiones, con muchos sueños aún por cumplir, pero también vivía en una fría realidad, sin un peso en el bolsillo, ni para los buses, era un momento dulce y amargo a la vez. Tenía que emprender vuelo y conseguir un empleo, necesitaba esa oportunidad”, relata Dayanna tratando de explicar otro capítulo tormentoso inconcluso de su propia novela.
Para ese momento se hablaba del inminente comienzo de la Liga de fútbol femenina y paralelamente ella comenzó a tocar puertas. Una de esas fue la del América de Cali, con Tulio Gómez a la cabeza.
Conoció a Marcela Gómez, hija del dirigente, quien también estaba muy animada con la conformación del equipo. Para ella también era un reto sacar adelante el proyecto con las Diablas. El único problema es que inicialmente no había presupuesto para invertir en la conformación y organización jurídica y deportiva del club.
Dayanna, después de insistir en tratar de encontrar un espacio, fue reclutada en el proyecto, sin un sueldo de entrada, ya que solo había dinero para el pago del cuerpo técnico y las futbolistas, pero ella lo que quería era estar en ese agite, en ese mundo, así no le pagaran.
Dayanna y dos de sus mejores amigas del fútbol. Catalina Usme y Nicole Regnier.

Dayanna y dos de sus mejores amigas del fútbol. Catalina Usme y Nicole Regnier. Foto:Archivo particular

Allí conoció a mucha gente, a entrenadores, dirigentes, médicos, preparadores físicos y jugadoras, con las cuales hizo grandes amistades. Con Catalina Usme, hoy en día una de las referentes de la escuadra escarlata, y Nicole Regnier, otra de las conocidas en el fútbol femenino colombiano.
Fueron horas y días de largas jornadas para tratar de conformar el equipo, con todas las arandelas, con el fin de que el proyecto fuera sólido y viable en la parte económica y comercial, que tuviera una estructura férrea. También dio una mano en la asesoría de los equipos de las divisiones menores del club.
“No fue fácil pasar de jugadoras amateurs o aficionadas a profesionales, se presentaron muchos obstáculos y líos jurídicos, pero por fortuna se logró dar ese nuevo paso, en una tarea que me dejó muchas enseñanzas”, reconoció la abogada, que además dijo que dejó la institución vallecaucana por padecer algunos problemas de salud y también ante eventuales posibilidades de mejorar sus ingresos, pese a que ya eran buenos.

A dar cátedra

Luego se le presentó la oportunidad de enseñar sus conocimientos a través de las aulas. Había una vacante en la Escuela Nacional del Deporte, la institución especializada en la formación de profesionales tanto en la parte de la istración y la gerencia deportiva.
“En la convocatoria superé a siete profesionales con extensa experiencia en derecho deportivo. Allí comencé a dar clases de cátedra de la paz, gerencia social y legislación laboral. Era la profesora más joven que había llegado a la escuela. Buena cantidad de estudiantes eran mayores e incluso me confundían con otra de las estudiantes. Me fue muy bien, tuve un buen paso por allí y es otro de los bonitos recuerdos que tengo”, anotó.
La amenaza de un estudiante que en su momento pertenecía a una de las pandillas de Cali la obligó a tomar la decisión de renunciar. Nunca asistía a las clases y cuando iba no participaba. Hoy en día, a raíz de ese incidente, la institución realiza filtros de entrada en las convocatorias para estudiantes.
Dayanna fue una destacada maestra en la Escuela Nacional del Deporte, en Cali.

Dayanna fue una destacada maestra en la Escuela Nacional del Deporte, en Cali. Foto:Archivo particular

“La odio negra gomela, el mandado me cuesta menos que pagar el semestre”, le dijo en una ocasión en clara advertencia que ponía en peligro su vida. A partir de ese momento tuvo que cambiar sus hábitos de movilidad, tomar otras rutas y cambiar periódicamente de residencia hasta que decidió pasar la carta de renuncia para tener tranquilidad.

De la mano con los empresarios

Pero eso, al mismo tiempo, la empujó a lanzarse a trabajar en la asesoría legal y jurídica de jugadores y clubes para entrar en el mundo de los empresarios de futbolistas, en operaciones y transacciones que dejan buenos dividendos.
El mercado de Arabia Saudita, al igual que el brasileño o el mexicano, son muy movidos en cuanto a la contratación de jugadores a los respectivos equipos. Hay dinero y poder. Y Dayanna, en ese nicho, se mueve a la par de los empresarios y agentes de futbolistas.
Muchas veces está tras bambalinas, en un trabajo que no se ve, pero que es determinante. Su labor básicamente está en sacar adelante los contratos en la parte jurídica, pero también asesora a jugadores. Desde sacar una simple cita odontológica o pagar multas de tránsito, hasta mirar cada detalle o línea de un contrato antes de estampar la firma. Y en esto ya es experta tras llevar unos buenos años en ese oficio.
Es muy linda la labor que se hace con todas esas escuelas de formación deportiva. Estoy pendiente de todos los convenios y ayudas
Además, fue cofundadora en 2015 de la Fundación Porcento, que tiene como objetivo ayudar y asesorar a deportistas de forma gratuita. Busca fortalecer todas esas iniciativas por medio del deporte, los emprendimientos, la cultura y la recreación. Prácticamente no hay un club deportivo del Pacífico que no haya consultado a Dayanna.
“Es muy linda la labor que se hace con todas esas escuelas de formación deportiva. Estoy pendiente de todos los convenios y ayudas. Es otra manera de ayudar sin ningún interés, luego vendrán las recompensas”, puntualiza Dayanna, quien también asesoró al Instituto de Deportes de Buenaventura y hoy vive en su casa de Cali con Dante, un perro de raza Beagle, que se ha convertido en su compañero de vivencias durante la época de pandemia.
Dayanna ha estado en conversatorios del Comité Olímpico Colombiano.

Dayanna ha estado en conversatorios del Comité Olímpico Colombiano. Foto:Archivo particular

Por ahora tiene muchos proyectos que ya se mueven a mediano y largo plazo relacionado con clubes de fútbol de la Primera B.
“Bueno, no es nada imposible para una mujer joven y negra, a mucho orgullo, como yo. Quiero sacar adelante otros proyectos con los cuales vengo trabajando, que generarán empleos y emprendimientos. Lo más importante es que me gusta lo que hago y he demostrado que no tengo un techo para alcanzar mis metas. Y todavía me falta mucho por hacer”, concluye la jugadora aficionada de fútbol sala, la también bailarina de salsa choke y quien tiene, además, un máster en Derecho Internacional Deportivo del Comité Olímpico Colombiano -COC- y una especialización en gerencia social, istrativa y económica de la Universidad Javeriana. 
Hoy, en algunas calles de su natal Buenaventura, no para el sonar. El pum, pum, pum sigue ahí con el grito "Mi niña, al suelo", una y otra vez. Y ese retumbar no desaparece por completo de la mente de Dayanna. La diferencia es que ahora, en su tarea de ofrecer oportunidades y empleo, busca eliminar de su vida y de su tierra ese amargo bullicio de violencia.
JAVIER ARANA
ELTIEMPO.COM
En Twitter: @arana_javier

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