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De quedar desempleado por el covid a mover la economía barranquillera a punta de arroz
Harold y Heidy emprendieron con un proyecto en una cocina oculta y hoy ya generan más de 30 empleos.
El gremio empresarial destacó la labor del emprendedor, por su impacto innovador. Foto: Vanexa Romero / EL TIEMPO
Son las 11:30 de la mañana del martes en la calurosa Barranquilla, pero en el aclimatado salón del restaurante WokQ’rrambero hay ambiente de fiesta, con una música tropical y de “esa que le gustan a los pelaos de ahora”, como dice un adulto mayor que acababa de ingresar.
Es reproducida de fondo por los parlantes esquineros que se ubican en la cubierta, la cual está rodeada de luces proyectadas hacia las paredes, en las que predominan los colores rojo, amarillo y verde de la bandera de ‘curramba’.
Yo quedo sin trabajo el 31 de octubre. Ya venía con la idea. Al quedarme sin trabajo, dije: ‘¡Hay que hacer algo!’
Y dicho ambiente festivo no es para menos si las mesas ya están llenas de comensales ávidos por un caldero lleno de arroz arriero, cuya porción no baja de 1 kilo, pese a que aún no se acerca la hora del almuerzo.
Todo este concepto fue craneado por los propietarios del proyecto gastronómico, Harold Arroyo y Heidy Villanueva, una pareja barranquillera que hoy, en medio de la alegría, recoge los frutos de un cultivo que se originó el 31 de octubre de 2020, día triste que recuerda la familia.
“Yo quedo sin trabajo el 31 de octubre. Ya venía con la idea. Al quedarme sin trabajo, dije: ‘¡Hay que hacer algo!’. Me puse a averiguar, a planificar, porque la verdad no soy restaurantero, soy y me puse manos a la obra”, cuenta el hombre, de 37 años.
El covid-19 les cambió la vida
Según cuenta su pareja, Harold trabajaba en un banco, una labor que le permitía, junto con ella, llevar el sustento al hogar, complementado por la hija de ambos, que en ese entonces tenía 12 años. Sin embargo, la vida les cambió por el covid-19 y su principal preocupación era la menor.
“En el 2020, que llegó la pandemia y nos cambió la vida a todos, él quedó sin trabajo precisamente por esa situación. Él trabajaba en un banco y el canal en el que él se desempeñaba lo cerraron y quedó sin empleo. Ese fue como el impulso en ese momento, lo decidió y me contó a mí”, relata Heidy con la mirada puesta en el rostro de su compañero.
Ella se dedicaba a la enfermería en esa época. El semblante en su rostro cambia cuando trae a su memoria esos difíciles momentos que vivía el sector salud, cuando el gremio era rechazado en cierta parte de la sociedad por temor a contagios o corrían el riesgo de morir mientras atendían a los enfermos.
Por lo anterior, prefirió apoyar a su esposo en el emprendimiento y renunció a seguir como enfermera. “En ese momento yo renuncié en noviembre y nos metimos de lleno los dos en esto”, manifiesta la mujer, de 38 años.
Harold y Heidy lideran el equipo de Wok Qrrambero. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Era una cocina oculta, que es donde se venden solamente productos para consumir en domicilio
Era una cocina oculta
El desespero no les ganó, se organizaron con los pocos recursos que tenían y se pusieron a buscar un local, un cocinero, las estufas, los utensilios y demás para poder poner a funcionar un 28 de diciembre, es decir dos meses después, una cocina oculta en el norte de la ciudad.
“Lo importante era que teníamos un plan A, realmente el plan B no existía. El plan A era ‘WokQ’rrambero’ y tenía que sí o sí funcionar. Entonces, gracias a Dios, las cosas sí se han dado de la mejor manera y sigue siendo nuestro plan A. Por eso le metemos tanto amor y tantas ganas”, asegura el .
Ese ‘Día de los Inocentes’ empezaron básicamente con dos personas en la cocina: un cocinero principal y un auxiliar. Con respecto al servicio al cliente, estaban Heidy, Harold, la menor de 12 años y la hermana del emprendedor.
“Era una cocina oculta, que es donde se venden solamente productos para consumir en domicilio. Es decir, todo lo que sale ahí se traslada al domicilio de un cliente, sea en su casa, en su lugar de trabajo, donde el cliente decida consumirlo. No teníamos atención directa al público ahí, solo tomábamos pedidos por teléfono”, expresa Heidy.
Las claves de un exitoso emprendimiento
Los primeros clientes fueron los seres queridos y los amigos de la familia. Después comenzaron repartiendo folletos publicitarios con vecinos del sector, que en su mayoría son edificios empresariales. Más tarde, el ‘voz a voz’ los fortaleció.
“A medida que la gente nos fue conociendo, entonces ya llegaban ahí y pedían el domicilio. Otros insistían en comer ahí, entonces le improvisábamos una mesita en una terraza, que no era para nada cómoda”, recuerda la Villanueva entre risas.
El producto principal de WokQ’rrambero es el arroz, aunque en la carta ofrecen adicionalmente los acompañantes, como Lo Mein, Chop Suey, pollo o cerdo agridulce; las entradas criollas o típicas, como los patacones; en entradas orientales están las lumpias.
Se trata de una combinación entre la comida oriental, también conocida como china, con productos típicos de la región, ofertando una propuesta híbrida entre ambas.
“Nuestro producto se caracteriza por su calidad. Cada uno de los ingredientes que hacen parte de los platos son ingredientes de alta calidad, lo que indiscutiblemente le brinda al plato un plus que a la gente le agrada. Por otra parte, los cocineros son personas que tienen mucha experticia en lo que hacen”, dice Heidy para explicar el por qué ganaron clientes.
La calidad del producto ha atraído a los ciudadanos. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Y eso se reflejó cuando se vieron en la necesidad de ampliar la atención al cliente con un punto físico. La idea se concretó el 28 de junio del año pasado, fecha en que debieron mudarse ante la alta demanda.
Pese al cambio, no perdieron la esencia del proyecto dirigido hacia los ‘curramberos’ y turistas en ‘curramba’, como también llaman a Barranquilla, y dividieron el restaurante en tres partes: para la atención al cliente que desea llevar, para los domiciliarios y para degustar de un arroz en el lugar.
Este último dispone de un salón con aire acondicionado y una terraza, donde los comensales incluso se animan a tomarse fotos, ya que el punto tiene estampados en las paredes los sitios emblemáticos de la ciudad y los colores de la bandera.
“Es una idea acertada. Brindamos una experiencia bastante colorida, bastante barranquillera. Incluso tratamos de ambientar mucho con música del Caribe, muy del Carnaval, como si estuvieran en un bordillo, en una esquina de la ciudad. Es un ambiente muy fresco, muy cómodo”, manifiesta Harold.
Un kilo de arroz en un caldero
En cocina son 10 personas con empleos directos y formales. En el área de domicilios, son 10 personas más
Precisamente por hacer énfasis en esa temática, es normal que el plato más apetecido, el arroz arriero, con chicharrones, plátano maduro y maíz, se lo sirvan al comensal en un caldero que contiene 1 kilo de porción. Como si estuviera en su casa y donde comen hasta cuatro personas, si la idea es compartir en familia.
Todos estos detalles le ha permitido a esta familia emprendedora ampliar la generación de empleos. Pasaron de trabajar con dos personas a brindarles oportunidades laborales a más de 30 ciudadanos.
“En cocina son 10 personas con empleos directos y formales. En el área de domicilios, son 10 personas más que hacen parte del call center. En el salón hay tres personas para la atención en la mesa. En el área istrativa somos cinco personas. Adicionalmente, a diario, tenemos seis domiciliarios. No son directos, pero están fijas al venir todos los días. Algunos de ellos empezaron con nosotros desde el punto 0. Hacen que esta familia sea bastante grande”, precisa Heidy.
De acuerdo con la istración de WokQ’rrambero, esto significa un crecimiento del 300 por ciento, lo que les permite abrir de lunes a domingo, pensar en abrir una segunda sede hacia el sur de Barranquilla y proyectarse a futuro en las principales ciudades del país.
Lo colorido es una de las características del proyecto. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Alto potencial de crecimiento
Por lo anterior, este fue uno de los 12 proyectos seleccionados a principios de julio en Caribe Exponencial, por su alto potencial de crecimiento, mediante el desarrollo de modelos de negocio estratégicos y procesos de innovación basados en la demanda y las necesidades del mercado.
Caribe Exponencial es un programa de la alianza entre la Cámara de Comercio de Barranquilla, la Fundación Santo Domingo, la Fundación Promigas, la Universidad del Norte, ProBarranquilla, Andi seccional Atlántico - Magdalena y Fundesarrollo, con el fin de impulsar emprendimientos de alto impacto.
“Fue una experiencia realmente gratificante. Hemos tenido muchos obstáculos en este camino, muchos días difíciles, pero también hemos tenido muchas cosas buenas. Por eso el mensaje a los emprendedores es hacerlo así sea con miedo”, concluye Heidy.
De pronto, el olor emanado desde el fogón irrumpió en la oficina istrativa de WokQ’rrambero, anunciado así que ya estaba listo el arroz que está moviendo la economía de una ciudad que se sigue recuperando de los estragos del covid-19.