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Eduar Rodríguez: el ‘guerrero’ asesinado por quitarle su bici
Esta es la historia del joven domiciliario que fue apuñalado por un desconocido tras un choque.
A Eduar ya le habían robado su vehículo de trabajo en la misma zona, meses atrás. Foto: Cortesía
“Siga respirando tranquilo, lo vamos a ayudar. No lo vamos a dejar morir”, se escucha decir, en un video, a un ciclista que intentaba socorrer a Eduar Arguenis Rodríguez Cipriani. Sus palabras fueron, quizás, las últimas que escuchó el joven de 27 años mientras estaba tirado en la ciclorruta que conecta los barrios El Minuto de Dios y Pontevedra, en el occidente de Bogotá. De camino al hospital de Engativá, él sufrió un paro cardíaco y falleció.
Eduar nació en Cartagena, pero vivió en Venezuela hasta 2017, cuando las condiciones del país lo obligaron a regresar. Era técnico en informática, pero en la capital no consiguió trabajo en ese campo y le tocó emplearse como pizzero y ‘rappitendero’ antes ser contratado, en abril de este año, como domiciliario de la cadena de droguerías Santa Rosa.
El día martes, Eduar salió a las 2:17 p. m. rumbo al barrio El Minuto de Dios. Así lo comprueba el recibo del pedido. Sin embargo, su trágica muerte sobrevendría tan solo quince minutos después de haberse montado en su bicicleta.
Del agresor poco se sabe. Las cámaras de seguridad del sector muestran que Eduar descendió del puente de la ciclorruta, frente a Titán Plaza, montado en su cicla y que se chocó con un hombre que también transitaba en su vehículo de dos ruedas. Se empujaron, se pelearon y, según testigos, el personaje desconocido sacó un puñal y amenazó a Eduar con robarse su bicicleta. Algunas personas intervinieron para separarlos, y este último siguió adelante para entregar el domicilio.
Es después de entregar el pedido cuando el agresor, queriendo cumplir su amenaza, aborda nuevamente a Eduar cuando toma la misma ruta para devolverse al festejo. El hombre lo apuñala, deja su bicicleta vieja tirada en la escena y huye con la cicla del cartagenero.
El pasado 26 de noviembre, amigos y colegas de Eduar le realizaron un sentido homenaje en el lugar exacto donde fue asesinado. Foto:Cortesía
A mi hijo lo recuerdo como un guerrero que se vino a un luchar a este país
“Almorzaron juntos como a las 12:30 p. m. Ella trabaja en la peluquería Roberto y él, en la droguería, ubicados en el mismo lugar: Edificio Vardi”, cuenta Arianny Sánchez, amiga de Eduar desde hace siete años.
A la mujer a la que se refiere es Elizabeth Cipriani, madre del joven, quien casi no puede ni hablar de la pena que siente por haber perdido a su único hijo. Su tristeza es tal que Arianny es quien contesta casi todas las preguntas.
Elizabeth no quiso velación; pasó cuatro días sin poder enterrar a su hijo y, justamente por la impotencia de este hecho, decide compartir un mensaje: “Deberían pedir el papeleo en un solo sitio y no hacer que las personas pasen por este dolor. En Venezuela lo matan a uno y lo entregan (el cuerpo) rápido, pero aquí forman todo un show para entregar un muerto... A mi hijo lo recuerdo como un guerrero que se vino a un luchar a este país”.
Y es que mientras ella llora su muerte en Colombia, a la hija de siete años de Eduar le toca hacerlo al otro lado de la frontera por asuntos migratorios.
Iván Ospina, otro colega de Eduar, recuerda que él se negó a aceptar un puesto como bodeguero en la droguería porque decía que con las propinas y comisiones obtenía más dinero para sostener a su familia en ambos países.
“Un día le robaron la bicicleta con que llegó a la droguería, y él manifestó que no le iban a pasar una segunda vez porque nadie le regalaba las cosas”, afirma. Lo que indicaría que Eduar se pudo haber resistido al robo de su vehículo el día martes.
Pese a que los allegados de Eduar consideran que el choque con el hombre solo fue la excusa par hurtarlo, la Secretaría de Seguridad difiere: “Fue una colisión de dos ciclistas, se pelearon y uno lesionó al otro con arma blanca”.