Este fin de semana, y luego de cinco meses del inicio del paro nacional, Bogotá volvió a ser epicentro de protestas, pero lo que empezó como una convocatoria de movilizaciones y plantones terminó en un escenario violento que desgasta cada vez más los ánimos de la ciudadanía.
La Policía Metropolitana de Bogotá indicó que realizó el acompañamiento a 14 actividades en toda la ciudad con de la Fuerza Disponible y monitoreo de cámaras. En cuatro lugares fue necesaria la intervención del Escuadrón Móvil Antidisturbios en el sector de Yomasa, en Usme; en la carrera 10.ª con 27 sur y en los portales de las Américas y Suba.
“Estas intervenciones obedecen a violaciones de la ley penal como afectaciones al transporte público, de la Fuerza Pública y los portales”, dijo el general Eliécer Camacho, comandante de la Mebog.
Degradación
En esta última jornada de protestas, la ciudad evidenció hechos que volvieron a prender las alarmas. Como lo indicó el general Camacho, se presenciaron constantes ataques contra de la Fuerza Pública. El nivel de violencia llegó a tal punto que la Policía alertó cómo un grupo de personas intimidaron a un empleado de una bomba de gasolina para que entregara combustible y después lanzarlo con bombas molotov hacia los uniformados.
En el portal Américas, el patrullero Leonardo Fiorillo, integrante del Esmad, resultó herido por una bomba molotov. Aunque se encuentra fuera de peligro, le quedaron quemaduras en el cuello y la cara.
Fiorillo relata que cumplían la orden de intervenir en el sector debido a bloqueos y agresiones que estaban recibiendo. En ese momento, a un compañero suyo se le cayó uno de los fusiles que utilizaba para lanzar gases lacrimógenos.
“Para poder asegurar el fusil intenté inclinarme, lo agarré y en el momento de levantarme fui impactado en el pecho con una bomba molotov que me hizo un fogonazo en el rostro”, relata el patrullero, quien también fue impactado por una roca en la cara mientras que intentaba apagar el fuego en su rostro.
Otro hecho que causó indignación tuvo lugar en Usme, donde durante los enfrentamientos le lanzaron ácido a un policía que atendía el orden público en la zona. Este uniformado recibió asistencia médica en la zona, lo que impidió heridas graves.
Ante estos casos, la alcaldesa Claudia López se solidarizó con los de la Policía heridos e indicó que “las llamadas primeras líneas de Usme, Kennedy y Suba tienen la instrucción de agredir a la comunidad, destruir el espacio y bienes públicos y violentar a la Policía”.
Por su parte, la Personería de Bogotá denunció que funcionarios en Suba recibieron intimidaciones de manifestantes para que se retiraran de las protestas. Asimismo, el órgano de control manifestó que el personero local de Suba y su equipo de trabajo han recibido amenazas, por lo que le solicitan a investigar y judicializar a los responsables.
Esmeralda Caro, quien dirige el grupo élite de la Personería, cuenta que en medio de los procedimientos policiales, de Fuerza Disponible agredieron a funcionarios del ente de control en el momento de verificar unas capturas que se habían realizado.
En la mañana de ayer, el general Camacho tuvo un encuentro con Julián Pinilla, personero distrital, y ofreció disculpas por este tipo de actuaciones.
“Se trataron cinco estrategias para mejorar este procedimiento y mejor relacionamiento con los actores del Ministerio Público en terreno y se articulen protocolos”, comenta Caro, y agrega que los uniformados adscritos a la Fuerza Disponible recibirán capacitaciones sobre el respeto a los derechos humanos.
Hay desgaste
Para Alberto Sánchez, analista en temas de seguridad, en la ciudad se está dando un desgaste de las dinámicas de protesta, que tienen muy pocas marchas con actos culturales o movilizaciones pacíficas, pero sí varios enfrentamientos con afectaciones de la movilidad y agresiones a la Fuerza Pública.
“Esas personas que siguen en los mismos puntos y están recurriendo a la violencia, como ocurrió el sábado y el domingo, hablan de un desgaste al cual se le debe prestar atención rápido porque esto puede terminar mal”, dice Sánchez, y cita el caso de los comerciantes de Usme, en el sector de Yomasa, quienes salieron a oponerse a los enfrentamientos en la zona.
Este mismo cansancio se siente alrededor del portal de las Américas, en donde, como lo retrató EL TIEMPO la semana pasada, vecinos del sector piden intervenciones distritales para recuperar el espacio público, la tranquilidad y prevenir nuevas afectaciones en las zonas por actos vandálicos.
Una de las preocupaciones del comercio de estas localidades es que persistan estas dinámicas en medio de un trimestre que será fundamental para la reactivación económica como lo es la temporada navideña.
Caro expresa que la Personería ha encontrado algunos puntos en los que se están dando ejercicios de violencia que no se enmarcan dentro de escenarios de protesta pacífica. “Cuando hay actos vandálicos generalizados, con ataques a TransMilenio o se rompen los adoquines, eso no es protesta” comenta, y añade que se deben separar los espacios donde se reivindican derechos y estos escenarios que son un “desenfreno por la violencia”.
Néstor Rosanía, director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz, sostiene que es necesario identificar en los territorios quiénes están dispuestos a entablar diálogos con el Distrito para desescalar los conflictos que se están viviendo en puntos específicos. “Hace falta cartografía social y mesas permanentes que puedan dar soluciones concretas”, puntualiza el experto.
REDACCIÓN BOGOTÁ