Los ataques contra de la Fuerza Pública en Bogotá no cesan. El pasado fin de semana ocurrieron dos hechos de violencia contra policías, y aunque no hubo heridos de gravedad, la situación sí pone en evidencia el nivel de las agresiones y ataques que pueden sufrir estos uniformados cuando realizan operativos de control y requisa. Los dos episodios se suman a otros cuatro que terminaron con la vida de policías en lo corrido de este año.
El primer hecho del fin de semana sucedió el domingo, en inmediaciones del barrio Villa Ema, en la localidad de Bosa, cuando un grupo de policías identificaron la presencia extraña de un ciudadano extranjero que rondaba en el sector y lo requirieron para un proceso rutinario de requisa y control.
En medio de este procedimiento, el hombre se negó a ser requisado y emprendió la huida, al tiempo que arrojó un artefacto explosivo tipo granada muy cerca del grupo de uniformados que realizaban las labores de patrullaje de la zona. El estallido del artefacto causó heridas en el rostro de un uniformado y la fractura del fémur de otro.
De acuerdo con el coronel Hebert Benavides, oficial de inspección de la Policía Metropolitana de Bogotá, “el ciudadano, de nacionalidad venezolana, fue capturado en medio de una persecución y puesto en manos de un juez de garantías”. El atacante fue identificado como Rolando Antonio Velasco, de 24 años, a quien le imputaron cargos por terrorismo, tentativa de homicidio y lesiones contra miembro de la Fuerza Pública.
No obstante, este no fue el único hecho que puso en vilo la seguridad de la policía durante el fin de semana. En el barrio Unir, de la localidad de Engativá, dos uniformados fueron atacados a tiros por otro ciudadano extranjero que disparó su arma cuando los agentes ingresaron al barrio. Según las autoridades, en esta zona hay una fuerte disputa por el control del negocio del microtráfico.
¿Qué está pasando?
(...) es como una burla a las autoridades al expresarles que no hay control y que sus armas son mucho más fuertes que las de un patrullero.
La alcaldesa, Claudia López, se ha referido al asunto en reiteradas ocasiones para condenar los hechos y afirmar que “desde la istración se brindan toda la solidaridad y el respaldo a la Policía de Bogotá”, y ha dicho que se están realizando las investigaciones correspondientes para capturar a los responsables, como en los casos de los asesinatos de los cuatro uniformados y también en otros en los que han quedado gravemente heridos.
Si hay un elemento en común en todas las historias, es la respuesta violenta y letal de los ciudadanos ante las requisas de rutina que realizan los uniformados todos los días en la capital.
De acuerdo con Juan Sebastián Jiménez, experto en seguridad y políticas públicas de la Universidad Nacional, “lo que vemos en la ciudad es un total desapego por la autoridad, a la gente ya no le preocupa ocultar las armas, hasta el punto de salir con una granada a la calle (...); en ese sentido, los patrulleros están indefensos en medio de una requisa”.
Por otro lado, Luis Felipe Vega, docente de la Universidad Javeriana, dice que algunos ciudadanos le perdieron el miedo a la policía y que encontraron en la violencia una forma mediática de ejercer poder en la ciudad. Según el experto, esta “es como una burla a las autoridades al expresarles que no hay control y que sus armas son mucho más fuertes que las de un patrullero”.
La Secretaría Distrital de Seguridad ha dicho que trabaja constantemente en articulación con la Policía para mitigar el impacto de la delincuencia en la ciudad. “Consideramos prioritario el debate y la aprobación de la ley de seguridad ciudadana, que cursa en el Congreso y endurece las penas para quienes atenten contra la vida de los servidores públicos como la Policía”, escribió ayer en un tuit el secretario de Seguridad, Aníbal Fernández de Soto
Cuatro casos anteriores
Antes de los ataques sucedidos el fin de semana pasado se presentaron cuatro hechos en los que los uniformados fueron asesinados. Uno de ellos es el caso del patrullero Edwin Caro, de 24 años, que fue atacado con arma de fuego por un ciudadano venezolano durante de un procedimiento rutinario de requisa en el mes de marzo.
Realizando el mismo proceso se presentó el fatal desenlace del patrullero Humberto Sabogal, de 41 años, quien fue ultimado en agosto pasado, en la Caracas con 11 Sur, en el barrio Ciudad Berna.
Los otros dos uniformados fueron el patrullero Luis Ocampo, de 24 años, quien fue asesinado en agosto en Suba, mientras realizaba un procedimiento de control de cierre de establecimientos, y, finalmente, el subteniente Juan Pablo Vallejo, a quien tres hombres armados le dispararon en octubre, en los cerros Orientales, a la altura del río Arzobispo, cuando realizaba labores de reconocimiento del terreno.
JONATHAN TORO
EL TIEMPO