La calle 10 será peatonal desde Egipto hasta la carrera 30

La calle 10 en el centro de Bogotá es junto a la carrera 7.ª una de las vías más representativas de la historia bogotana. Y aunque no suele tener el renombre de la 7.ª, lo cierto es que al caminar cada metro de la 10 se puede viajar al pasado y al futuro; todo este recorrido, entre las carreras 2.ª y 30, será peatonal.

Esto gracias a que la Alcaldía Local de La Candelaria, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) y el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) han acordado que este corredor patrimonial tenga prioridad para los caminantes (y de tráfico muy restringido para vehículos).

Hoy, entre las calles 2.ª y 4.ª se aprecian los trabajos que adelantan obreros en el primer tramo de intervención: la calzada por la que antes pasaban carros fue levantada y en su remplazo se han instalado lozas de piedra que lucen como grandes adoquines de color beis; en el sector que menos avance tiene se ve el canal subterráneo por el que introducirán las distintas redes de servicios públicos, lo mismo que el desagüe para las lluvias y aguas que puedan bajar desde los cerros de oriente.

Sedes de los gobiernos nacional y distrital, casas de expresidentes (como Eduardo Santos), escritores e intelectuales (como Rufino José Cuervo), teatros y museos de antaño conservados, así como instituciones culturales, artísticas, educativas y religiosas se ubican en el tramo total que será intervenido en una segunda etapa, es decir, hasta la carrera 7.ª.

Mauricio Uribe, director del IDPC, que acompañó el diseño de esta obra urbanística, precisó que después de los adoquines vendrá el mobiliario urbano, compuesto de bancas para el descanso de los caminantes, faroles que iluminen y guarden coherencia estética con el entorno y materas para agregar un toque natural y más acogedor al recorrido. “Esta puede ser la calle patrimonial más importante del centro histórico, pero este primer tramo (entre carreras 2.ª y 4.ª) estaba convertido en parqueadero de taxis”, apuntó el funcionario. “Es un proyecto muy grande el que se tiene, pues quedarían conectadas las localidades de La Candelaria y Los Mártires por esta vía, que será complementaria con la carrera 7.ª, también en proceso de peatonalización”, explicó.

La Alcaldía de La Candelaria ha aportado los recursos, 3.500 millones de pesos, para los diseños que comprenden desde la carrera 2.ª hasta la 7.ª, y las obras de las dos primeras cuadras reseñadas (entre carreras 2.ª y 4.ª).

La intervención en este punto, que arrancó en octubre pasado, será finalizada en abril del 2019. “Se revitaliza todo el circuito turístico del sector, que incluye importantes lugares como el palacio de San Carlos (Cancillería), teatro Colón, museo de Bogotá y otros importantes edificios de las épocas republicana y colonial”, complementó el alcalde local de La Candelaria, Manuel Calderón Ramírez.

Al hablar con los vecinos del sector, la mayoría dijeron que esperan la terminación oportuna de las obras. “Es bueno que la dejen peatonal, será más agradable”, expresó Álvaro Espitia, dependiente de la farmacia que hace esquina en la calle 10, entre carreras 3.ª y 4.ª, también conocida como calle de La Fatiga.

Después de abril, el IDU tomará la posta de esta intervención para continuar los trabajos, y se espera que en el segundo semestre del 2019 la adecuación peatonal baje hasta la plaza de Bolívar.

Calle de La Esperanza (entre carreras 4.ª y 5.ª), calle del Coliseo (entre 5.ª y 6.ª), calle de San Carlos (entre 6.ª y 7.ª) y calle del Divorcio (entre 8.ª y 9.ª) son los nombres que desde antes de la República, o sea en la colonia, se usaban para estos corredores. El caminante, al mirar las paredes de las edificaciones, puede toparse con placas que indican esas denominaciones.

En un día corriente de semana, por la calle 10, desde y hacia la plaza de Bolívar, suben y bajan turistas y oficinistas, lo mismo que habitantes de los barrios Egipto, Las Aguas y Santa Bárbara.

Un puñado de vendedores ambulantes se reparten por allí, bajo los ojos vigilantes de los soldados que custodian la Cancillería y uno de los s hacia la Casa de Nariño y el Capitolio Nacional. La casa de Manuelita Sáenz, el Instituto de Estudios Políticos Alberto Lleras y la biblioteca Roberto García-Peña también hacen su aparición en el recorrido.

Otra es la cara de la calle 10 cuando se deja atrás la carrera 8.ª y se empieza el descenso hacia San Victorino. Entre 8.ª y 9.ª (calle del Divorcio), lateral al palacio Liévano, se observan casas antiguas y en riesgo de caer en ruinas: la tapia y el bahareque han cedido al paso de los años.

Entre las carreras 9.ª y 10.ª, y en adelante hasta la avenida Caracas, empieza el desmadre de las ventas ambulantes, la invasión del espacio público y una feria donde solo parece importar el rebusque, “cual si todo se fincara en la riqueza, en menjurjes bursátiles y en un mayor volumen de la panza”, como diría León de Greiff en su poema Villa de La Candelaria.

“Si van a peatonalizar por este lado, primero tienen que organizar a todo este gentío. Porque no me parece que dejen esta vía peatonal solo para que lleguen vendedores a cogerse para ellos el espacio que es de todos”, reflexionó un oficinista en su camino hacia el oriente.

FELIPE MOTOA FRANCO

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