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Los pesebres que son el orgullo de los vecinos
Cuatro familias: los Campo, los Aranguren, Los Novoa y los Carvajal. Una misma pasión: los pesebres.
El ‘rincón de los abuelitos’, como llama Elizabeth su decoración, es para que sus nietos siempre los recuerden. Foto: Angie Franco
La magia de la Navidad en la casa de los Aranguren
Desde lejos, Elizabeth Cedano y Carlos Aranguren parecen dos abuelos en una burbuja de cristal navideña. Su casa está completamente adornada con luces cálidas intermitentes, un árbol grande y dos estantes colgantes con ángeles y abuelos de porcelana.
“A esta decoración la llamo El Rincón de los Abuelitos porque quiero que mis nietos y los demás jóvenes no nos olviden y continúen con las tradiciones navideñas, como la decoración, las reuniones y los rituales”, relata Elizabeth.
Ella prepara la Navidad en el taller, donde guarda cajas con muñecos de tela, guirnaldas, bolas y cintas pendientes de arreglo para terminar de adornar la casa, ubicada en la calle 140 con carrera 15, en el barrio Cedritos.
Con esta decoración, Elizabeth se ha convertido en una de las abuelitas más queridas por lo vecinos, quienes se detienen para observar una de las casas con más espíritu navideño.
El tren le da la vuelta a Belén
Cuando Orlando Novoa sacaba de su baúl de los recuerdos la carrilera del tren a escala, nunca imaginó que un niño (su vecino) fuera la motivación para que incluyera este juguete en el pesebre, junto a María y José.
Un día, mientras Matías lo miraba armar la enorme vía con sonidos, luces y varios vagones, le propuso a Orlando para que lo incluyera en la Navidad. Así fue como la casa de Mónica Leal y Orlando Novoa se convirtió en un punto de atracción.
Apenas cae la noche, la carrilera del tren se enciende y los niños empiezan a asomarse a la ventana para ver cómo el tren le da la vuelta a Belén (una maqueta de dos metros de ancho, armada en una semana y dos días hasta la medianoche).
“Desde hace muchos años no veíamos niños en estas residencias; por eso, en esta
Navidad nos motivamos para agrandar el pesebre”, relata Leal.
Curiosamente, el tren es un juguete de colección desde que Novoa tenía 5 años; desde muy joven le ha gustado el aeromodelismo y el ferromodelismo, por lo que su emoción no se hace esperar cuando llegan sus ‘minivecinos’, quienes con mucha emoción le piden que active el tren.
Cuando cae la noche, el tren de Orlando Novoa se enciende y le da la vuelta a Belén. Foto:Angie Franco
En Suba, unos 2.700 pesebres decoran el hogar de los Campo
Entrar a la casa de María Isabel Campo, vecina del Recreo de Los Frailes, es como llegar a Belén.
Esta vecina, su esposo, hijos y nietos han recordado la escena de la Sagrada Familia desde hace 42 años.
Hoy cuentan con 2.700 pesebres distribuidos en cada rincón de la casa, algunos de ellos regalados, otros comprados o también los que ella ha hecho con su familia.
María Isabel no desaprovecha nada, pues con cáscaras de huevo, botellas, telas, velas, vidrio y plastilina, entre otros materiales, ha plasmado lo que le ha apasionado desde niña, los pesebres.
Sus nietos cuentan cómo su abuela hace de esta época algo especial. “Una vez estaba aburrida y se lo dije a mi abuela; en ese momento, ella sacó muchos materiales y nos pusimos a construir un pesebre en un cuadro”, dijo una de sus nietas.
Para María Isabel, los pesebres son como sus hijos: a todos los quiere por igual. “No tengo ningún favorito, a todos los quiero y cada uno tiene algo especial”, agregó.
Y es que además de que en su colección haya pesebres de México, España, Italia y Rusia, entre otros países, también tiene uno reciclable y uno que reemplazó el árbol de Navidad.
El 16 de diciembre, los niños de la familia van disfrazados de algún personaje del pesebre. Foto:Archivo particular
Este último es muy especial, ya que lo construyó con su esposo; él se encargó de hacer las conexiones para que el pesebre se moviera y tuviera iluminación, y ella hizo la decoración. Y hay uno que llama la atención de sus invitados: el arhuaco.
“Les hice los vestidos, pinté las caritas y cada detalle; lo hice porque no era muy común ver un pesebre arhuaco, y esa cultura me parece divina”, contó Campo.
Además de hacer los pesebres y decorar cada rincón de la casa con estos, otra tradición de esta familia es darle un toque especial a cada día de la novena. Por ejemplo, todos los 16 de diciembre invitan a los niños de la familia y amigos, pero la condición es que tienen que llegar disfrazados de algún personaje del pesebre o la Navidad.
‘Todo lo que tiene el pesebre lo he hecho yo’
Para Héctor, la parte favorita de armar el pesebre –de 25 m² y con más de 400 figuras– es pintar los camellos. Foto:Mauricio León
En el patio de la casa de Héctor Carvajal, en el barrio Las Villas, se asoman más de 50 casas y 400 figuras que adornan su pesebre gigante.
Unos parlantes amenizan el ambiente con villancicos y las luces iluminan el techo, lo que llama la atención de los residentes de la cuadra, pero lo que nadie sabe es que desde enero, Héctor comienza con los preparativos para que sus invitados en diciembre se sientan como en Belén.
“A comienzos de cada año me dirijo a la calle 53, por Galerías; allí compro todas las figuras en blanco”, contó Héctor.
Todo lo que tiene el pesebre lo he hecho yo: las casas, los árboles con resina, el río también, a todo le pongo toda la dedicación
Después de eso, en octubre se encarga de pintarle la cara a cada figura, construye las casas, las bases en madera y busca cómo diferenciar su pesebre con el del año pasado.
“Toda mi vida he armado el pesebre. Cuando era niño lo hacía con mi papá. Él tenía esa tradición. Me acuerdo que él desocupaba un cuarto y lo hacía bien grande”, compartió.
Desde hace 30 años vive en Las Villas, en el sector de Suba, y al comienzo lo hacía en la sala. Luego fue agrandándolo cada vez más hasta que se dio cuenta de que no había espacio ni para vecinos ni familia.
Por lo tanto decidió techar una parte del patio y desde hace 10 años lo arma ahí. “Todo lo que tiene el pesebre lo he hecho yo: las casas, los árboles con resina, el río también, a todo le pongo toda la dedicación”, agregó nuestro vecino.
Además del pesebre gigante, la parte favorita de algunos invitados es el brindis que hace Héctor cada día de la novena, pues además de armar el pesebre, brindar también es una tradición infaltable para él.