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La alianza de sectores público y privado que moviliza la transformación social en Bogotá

Personas de poblaciones excluidas son capacitadas y logran acceder a un empleo formal en la gastronomía.

Personas de poblaciones excluidas son capacitadas y logran un empleo formal en la gastronomía. Foto: Secretaría de Integración Social.

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Redacción Bogotá

05.04.2025 12:15 Actualizado: 05.04.2025 15:53

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“Este diploma es el 50 por ciento, la otra mitad la ponemos nosotros en el trabajo”. De esta forma, Héctor Cadena invitó a sus compañeros graduandos de 'Abriendo Horizontes' a no desaprovechar la oportunidad laboral que les estaban dando.

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Héctor y otras 25 personas fueron capacitadas en los quehaceres del mundo de la gastronomía, hasta llegar a la órbita personal, con la intención de transformar sus vidas.

Este grupo estaba compuesto por una mezcla de representantes de poblaciones tradicionalmente excluidas, como exhabitantes de calle, personas con discapacidad, jóvenes, adultos mayores, comunidad LGTBI y mujeres.

Todos se graduaron el pasado 27 de febrero en el Centro de Desarrollo Comunitario María Goretti, en la localidad de Barrios Unidos, en una alianza entre la Secretaría Distrital de Integración Social y Tacaloa/Demente.

Gracias a una memoria prodigiosa —que no se desvanece a sus 62 años— y a una inteligencia evidente que le facilitó cumplir con todos los módulos de la capacitación, Héctor se ganó una oportunidad para trabajar en uno de los restaurantes aliados de esta iniciativa entre los sectores público y privado.

“Fuimos testigos, durante los tres meses de capacitación, de personas increíbles, que quieren vivir hacia delante y que tienen sueños, sueños que todos tenemos. Y el sueño fundamental es vivir bien, que no significa tener riquezas, sino tener dignidad”, afirmó Natalia Carreño, líder de Tacaloa/Demente y voz principal de la capacitación, en la que también participaron —además de Chichería Demente y Demente Aguardientería— mentores de aliados como Amor Perfecto, Insurgentes, Humo Negro, Dislicores e, incluso, la Policía Nacional.

La diversidad del grupo fue clave para su cohesión y la hizo posible la Secretaría que, a través de sus diferentes unidades operativas (Hogares de Paso y Centros de Desarrollo Comunitario, entre otras), convocó a la población para que se sumara a esta formación. La promesa era mejorar sus habilidades duras y blandas y tener una posibilidad real de acceder un empleo digno y formal en el mundo de la gastronomía.

“Esta experiencia ha sido muy importante, he aprendido muchísimas cosas. Algo muy positivo son los diferentes temas que nos han impartido y que he aprovechado al máximo”, dice a través de lenguaje de señas Tatiana Ramírez, con su diploma de ‘Abriendo Horizontes’ y quien está próxima a debutar en el mundo de la coctelería.

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Además de las lecciones propias del día a día en un restaurante, la formación ahondó en temas más emparentados con el crecimiento personal. David, de 28 años, anota, por ejemplo, que aprendió “cómo manejar el dinero y sus emociones”, mientras que Cristian, de 29, afirma que aprendió a hablar más (porque habla “muy poquito”) y a mejorar el tono de su voz para que lo escuchen.

Todos ganan

Esta alianza entre la SDIS y Tacaloa/Demente se enmarca en la estrategia de ‘Acuerdos Transformadores’, que lidera la Secretaría, y apunta a concretar acciones conjuntas entre el sector público y las empresas privadas que permitan construir una Bogotá más incluyente y competitiva.

“Este acuerdo, de alguna manera, reúne el ADN de esa semilla que queremos dejar como una nueva política social de Bogotá: iniciativas privadas que son capitalizadas por el sector público”, explicó Roberto Angulo, secretario de Integración Social del Distrito.

“Estas ventanas de oportunidades que estamos creando, conectando los conocimientos de las empresas en inclusión productiva con las poblaciones vulnerables, tiene un efecto que perdura”, agregó el funcionario del Distrito.

Lejos de la filantropía ‘tradicional’ y de las donaciones eventuales, esta estrategia apunta a consolidar la inclusión de poblaciones vulnerables, no sólo en los aspectos sociales, sino también en los productivos y financieros, con esfuerzos y acuerdos de largo aliento entre públicos y privados.

“La política social no es algo residual que ocurre aparte de la estrategia de crecimiento y productividad de las ciudades. Por el contrario, la política social —como la que perseguimos en el gobierno del alcalde Galán— puede estar al servicio de ese fin”, aseguró Angulo.

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Para las empresas privadas los beneficios pueden ir desde el fortalecimiento de sus procesos de selección de talento humano hasta la mejora en sus indicadores de retención laboral o trabajo en equipo, entre otras muchas ganancias.

“Si abren una oportunidad, seguro no se arrepentirán”, concluye Natalia Carreño con todo el conocimiento de causa que le da haber sido la mentora de las 26 personas que recién se graduaron y de emplear en sus restaurantes a otras tantas que no desaprovecharon la oportunidad que les brindaron, tal y como les aconsejó Héctor a sus queridos compañeros de grado.

Redacción Bogotá

EL TIEMPO