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Noticia
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Esta es la historia del químico quien, al mejor estilo de Breaking Bad, lideraba ‘cocina’ de tusi en Bogotá
Javier Orlando Hernández Díaz tenía una experiencia laboral de 15 años en el sector farmacéutico.
Javier Orlando Hernández Díaz tras ser capturado. Foto: Policía Metropolitana de Bogotá
En un barrio común y corriente de Bogotá, un hombre con estudios avanzados y una trayectoria en el sector farmacéutico lideraba, bajo una fachada discreta, un laboratorio clandestino dedicado a la fabricación de drogas sintéticas.
La historia de Javier Orlando Hernández Díaz, químico farmacéutico graduado de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (U.D.C.A), se asemeja a un guion de serie televisiva, pero es, lamentablemente, la cruda realidad que se destapó tras meses de investigación de las autoridades.
Nacido el 5 de septiembre de 1987, es un hombre de 37 años que había acumulado 15 años de experiencia laboral en el sector farmacéutico. A simple vista, su apariencia no difería de la de un profesional cualquiera. Pero detrás de su fachada respetable, lideraba un grupo delictivo dedicado a la producción artesanal de tusi, una droga sintética de alto consumo en ciertos sectores de Bogotá.
Momento de la captura que la casa en dodne se ubicó la 'cocina'. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
El químico fue detenido cuando estaba listo para un día más de trabajo en un laboratorio improvisado ubicado en Puente Aranda. Dicho laboratorio operaba en un inmueble alquilado a través de la plataforma Airbnb, un método utilizado para ocultar sus verdaderas intenciones.
Lo que Hernández Díaz desconocía era que la Policía llevaba meses siguiéndole el rastro y recopilando evidencia para llevar a cabo el operativo que finalmente concluyó con su captura.
El laboratorio clandestino y sus integrantes
En la vivienda alquilada, Javier Orlando Hernández Díaz no estaba solo. Lo acompañaban varios jóvenes, entre ellos una mujer con un pasado judicial comprometido. Según las autoridades, esta presentaba anotaciones por hurto, estafa y lesiones personales, y al igual que el químico, fue capturada durante el operativo.
Javier Orlando Hernández Díaz . Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
El uso de Ketamina, un fármaco sintético derivado de la fenciclidina, era clave en el proceso. Este medicamento, aprobado para uso anestésico en humanos y animales, se obtenía presuntamente desde Perú y era transportado en buses que evadían controles fronterizos.
La vivienda había sido acondicionada con equipos y suministros necesarios para la fabricación de drogas sintéticas. La sustancia producida, conocida como tusi o tusibi, no es un compuesto químico específico, sino un coctel de diversas sustancias como Ketamina, MDMA, Cafeína y otros alucinógenos y estimulantes.
Según informes del proyecto Échele Cabeza (2019) y Energy Control (2021), la composición del tusi puede variar considerablemente según el 'cocinero' que la prepare, lo cual incrementa su peligrosidad.
Los procesados utilizaban la modalidad de domicilio, disfrazando las entregas al marcar las sustancias como dulces, con el fin de evadir la acción de las autoridades.
El uso de Ketamina, un fármaco sintético derivado de la fenciclidina, era clave en el proceso de esta red delincuencial. Este medicamento, aprobado para uso anestésico en humanos y animales, se obtenía presuntamente desde Perú y era transportado en buses que evadían controles fronterizos.
Droga encontrada en la vivienda. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
Según los investigadores del caso, cada frasco, con un precio de aproximadamente 180 mil pesos, permitía la producción de hasta 20 pastillas de tusi, vendidas en el mercado ilegal por precios que alcanzan los 100 mil pesos por unidad.
La red de distribución en zonas de rumba
La banda tenía una forma de peculiar de distribuir las drogas. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
El grupo liderado por Hernández Díaz no solo fabricaba la droga en Puente Aranda, sino que también la distribuía a gran escala. Según la investigación adelantada por la Fiscalía en conjunto con la Sijín de la Policía, se utilizaban dos inmuebles en el barrio El Tejar para almacenar diversas drogas sintéticas, incluyendo tusi (2CB), Ketamina y anfetaminas.
La distribución se realizaba principalmente en zonas de rumba de sectores populares como Kennedy, Bosa y Puente Aranda. Los procesados utilizaban la modalidad de domicilio, disfrazando las entregas al marcar las sustancias como dulces, con el fin de evadir la acción de las autoridades. Además, se ofrecían servicios a través de encargos telefónicos que se distribuían en bares y discotecas del norte de la ciudad.
El operativo policial y sus hallazgos
Las diligencias de registro y allanamiento culminaron con la captura de cinco personas, incluido Hernández Díaz. Durante el procedimiento, las autoridades incautaron 3.520 gramos de marihuana, 3.439 gramos de cocaína, 362,5 gramos de anfetamínico y 162 frascos de medicamentos aparentemente veterinarios, principalmente Ketamina.
Además, se encontraron cuatro grameras, un contador de billetes, cerca de ocho millones de pesos en efectivo y 40 bolsas con una sustancia rosa y otros insumos necesarios para la producción de este coctel peligroso.
Contador de billetes incautados. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
En lo que va del año, según cifras oficiales, se han incautado más de 7.362 unidades de droga sintética en Bogotá, lo cual muestra la magnitud del problema que las autoridades intentan enfrentar.
Procesos judiciales y medidas de aseguramiento
Un juez de la República dictó medida de aseguramiento para los cinco implicados. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
A raíz de la captura, un juez de la República dictó medida de aseguramiento para los cinco implicados. Javier Orlando Hernández Díaz y otro de sus colaboradores, Herson Steven Rincón Bolívar, cumplirán la medida en un centro carcelario.
Mientras tanto, las tres mujeres involucradas, Neidy Alejandra Abreo Quintero, Laura Camila Burgos Ramírez y Karen Julieta Otalora Payanene, deberán cumplir la medida de aseguramiento en sus domicilios debido a su condición de madres cabeza de hogar.
El delito por el que fueron imputados es tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, cargo que ninguno de los acusados aceptó. El proceso judicial sigue su curso, mientras las autoridades continúan indagando sobre la procedencia de los insumos y los métodos de distribución que la organización utilizaba.
El peligro del tusi
Según el proyecto Échele Cabeza Cuando se dé en la Cabeza, el tusi se ha convertido en una droga peligrosa precisamente porque no existe un estándar en su preparación. No es una sustancia única con características fisicoquímicas determinadas, sino un preparado que combina varios componentes en proporciones variables. Este hecho, además de complicar su identificación por parte de las autoridades, aumenta los riesgos para sus consumidores.
La variabilidad en las concentraciones de cada componente puede generar desde efectos alucinógenos hasta paros cardíacos o fallos respiratorios, convirtiendo a esta droga en un peligro.
El caso de Javier Orlando Hernández Díaz revela la facilidad con la que profesionales capacitados pueden usar su conocimiento para fines ilegales, poniendo en riesgo la salud pública de toda una ciudad. Aunque el operativo fue un éxito para la Policía y la Fiscalía, la amenaza de las drogas sintéticas sigue latente, con nuevas formas de producción y distribución que desafían la seguridad de Bogotá.