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'El único error de mi hermano fue la ilusión de un nuevo celular'
Esta es la historia del hombre que fue asesinado por tres sujetos que lo atracaron en TransMilenio.
Iban en un carro rumbo a Medicina Legal a hacer los trámites para ver por última vez el rostro de Osvaldo Muñoz Palacios, el hombre asesinado por tres sujetos en un bus de TransMilenio, el jueves 30 de octubre. Ellos, su familia, nunca se habían visto es un escenario tan impensable, menos tratándose de un ser humano tan tranquilo, tan familiar, tan trabajador y humilde.
Mientras el vehículo andaba trataban de buscar pistas en redes sociales. Ellos dicen que en este país los familiares de los muertos son los últimos en enterarse de todo. Así, en la web, fue que vieron a este hombre desgonzado sobre un silla de TransMilenio, así vieron un camino de sangre por donde piensan fue arrastrado, así encontraron las fotos de los supuestos asesinos. En ese momento no había ninguna certeza, solo conjeturas.
Luz Mery Muñoz Palacios, su hermana, lloraba, miraba por la ventana, revisaba papeles y contestaba llamadas. Por más agobio, decía, su única esperanza era que los medios no olvidaran el caso, no quedara como una cifra más, una víctima más de los atracos en la ciudad.
Su hermano tenía 45 años y este año, para el 7 de diciembre, cumplía uno más. Osvaldo nació en Bogotá y alcanzó a graduarse de bachiller. “Trabajaba para Aguaas Internacional. Era un tremendo trabajador”. Estuvo casado, nunca tuvo hijos y desde que se acabó esa relación se consagró a sus hermanos y a sus sobrinos. Tenía uno en condición de discapacidad física a quien consentía, cuidaba y mantenía. Era tan amoroso con él que no le han podido contar la tragedia. “Mi hermano enfermo es el mayor y el golpe va a ser muy duro- Osvaldo era 24-7 con él. 'El único error de mi hermano fue tener la ilusión de un nuevo celular'”, dijo Luz Mery.
Toda la vida vivieron en el barrio Villa Luz. Esta pequeña familia salió adelante sola pues los padres de familia murieron y a ellos, sus hijos, les tocó sortear la vida sin el soporte de sus progenitores. “A pesar de estar solos nunca cogimos vicios, siempre en la casita. Osvaldo era el pilar, si le tocaba trasnochar lo hacía, no tomaba, no fumaba, no le gustaban las fiestas desordenadas. Era ejemplar realmente”. Durante la pandemia fue el único que conservó su trabajo y quien corría con todos los gastos del hogar.
No era la primera vez que este hombre, curtido de recorrer las calles en el norte de Bogotá, se había enfrentado al crimen. Ya lo habían robado una vez hace dos años. En un ‘cosquilleo’ le habían quitado su teléfono móvil. “Pero esta vez me lo mataron, me lo mataron”, decía su hermana frente a las instalaciones de Medicina Legal, donde se les fue toda la mañana y la tarde mientras en cielo ennegrecido comenzó a llorar.
Osvaldo era el pilar, si le tocaba trasnochar lo hacía, no tomaba, no fumaba, no le gustaban las fiestas desordenadas. Era ejemplar realmente
Luz Mery Muñoz Palacios y Nilxon Martínez Muñoz, hermana y sobrino de Osvaldo. Foto:Héctor Fabio Zamora.
Hoy con la única información con la que cuentan es que todo el atraco comenzó dentro de un bus de TransMilenio en la calle 72, que tres hombres le quisieron robar el celular a Osvaldo y que ante su resistencia lo apuñalaron en la pierna, que el auxilio que pudo haber recibido no alcanzó para salvarle la vida, que murió desangrado y que sus asesinos huyeron. “Nadie nos ha dicho nada más, no nos han dejado ver las grabaciones de las cámaras, no hemos podido ver el rostro de mi tío”, dijo Nilxon Martínez Muñoz, su sobrino. Luz Mery no se explica cómo no lo llevaron a la clínica Country a solo dos cuadras del lugar donde todo pasó.
Osvaldo murió por darse un simple gusto en la vida después de una eternidad de trabajo, por haber hecho una única inversión para ser más ágil en sus labores diarias. Se metió en una tarjeta de crédito para comprar un celular de alta gama y sin haber pagado una sola cuota de la misma se lo robaron. La alegría que lo embargó duró poco. Su hermana piensa que pudo haberse resistido y que eso habría desencadenado todo. “Verlo tendido, ahí botado, pensar en que solo le tomaron fotos y no lo ayudaron es muy duro para nosotros. Yo no quiero que después del entierro se olviden de que esto pasó, sería una tragedia mayor”.
Hoy esta familia pide ver los videos y que nos les oculten quiénes y cómo actuaron todos los que rodearon la escena. “Mi tío era una persona humilde, con valores, una persona muy divertida, nos hacía reír, nos buscaba el juego. Lo extrañamos mucho”, dijo Nilxon quien recordó que la última vez que lo vio le había llevado un adorno cervecero porque sabía que a él le gustaba mucho coleccionar este tipo de objetos.
A Osvaldo no solo lo llora su familia, también sus compañeros de trabajo. Mauricio Blanco, gerente comercial de Conexiones y Entretenimiento, la compañía propietaria del centro de eventos Autopista Norte, y de la marca Agua as sigue conmocionado. “Lo conocía hace 20 años. Llegó muy joven a la compañía a trabajar como auxiliar de meseros, fue mensajero, luego fue capitán de grupo, fue , pero en días recientes, a causa de la pandemia, y como nos tocó cerrar unos puntos para que tuviera trabajo nos estaba ayudando con vueltas varias. Él conocía todo lo de la empresa”.
Mi tío era una persona humilde, con valores, una persona muy divertida, nos hacía reír, nos buscaba el juego. Lo extrañamos mucho
Osvaldo era un excelente trabajador, sus jefes dicen que nunca decía que no a nada. Foto:Archivo particular
Las pocas veces que se retiró de la compañía era porque tenía un sueño. Decía que estaba ahorrando para montar su propio negocio, un gastrobar, un bar o un pub. “Pero siempre volvía, era un hombre súper amable, entregado a su trabajo. Nunca nos dijo no, si tenía que atravesar la ciudad, lo hacía. Siempre sabía cuál era la forma de solucionar los problemas. Era un hombre de confianza”.
Otra cosa, su sonrisa, nunca se le veía bravo o molesto. Sus amigos recuerdan que cuando fungía como mesero era de los que tenía unos ademanes muy cultos, ponía una mano adelante y otra atrás, hacía la venía, saludaba con cortesía extrema. “La gente pensaba a veces que estaba bromeando pero no, es que él era así, le gustaba ser muy, muy decente con la gente”, dijo Blanco quien se vio con él los dos días antes de la tragedia. Desde que todo pasó lo han llamado no solo empleados sino las empresas que lo conocieron, no salen del asombro. “Todo fue tan grotesco, tan violento, que de verdad no lo podemos creer”.
Su atención era tan cortés que los clientes lo llamaban por el nombre, era proactivo, la gente confiaba en su trabajo y además lo conocían varias generaciones de trabajadores que entraban y salían de la empresa todo el tiempo. “No quiero pensar que él se resistió a que le quitaran un celular y que por eso lo mataron. Este tipo de crímenes nos está afectando a todos, no va a permitir que la ciudad resurja, va a mantener el ambiente enrarecido. No quiero creer que nos vamos a ir acostumbrando a eso. Tiene que haber un castigo ejemplarizante”, dijo Blanco.
Era un hombre súper amable, entregado a su trabajo. Nunca nos dijo no, si tenía que atravesar la ciudad, lo hacía. Siempre sabía cuál era la forma de solucionar los problemas
El día de la muerte de Osvaldo Muñoz Palacios su familia llegó al lugar de los hechos, vio un tumulto de gente desconocida, luego se percató de que había llegado el secretario de seguridad, el gerente de TransMilenio, oficiales de alto grado. “Pero nadie nos volteó a mirar, estábamos ahí, solos, sin saber quién había decidido matar a mi tío. Luego van a decir que las cifras han mejorado, que es un tema de percepción, y todo va a seguir igual o peor, vamos a tener que salir a las calles escondiendo todo, estando alertas, eso no debería ser así. Somos invisibles”, dijo Nilxon quien, al caer la tarde, abrazaba a su madre mientras les permitían ver a su tío por última vez.
Nadie nos volteó a mirar, estábamos ahí, solos, sin saber quién había matado a mi tío