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Los grafitis que revelan la violencia y los deseos de paz del barrio Egipto
de la comunidad son guías de recorridos que muestran la ‘colección’ de 33 murales.
El colectivo artístico Atempo con apoyo de la fundación Buena Seamilla, pintó más de 30 murales en el barrio. Con la iniciativa de Breaking Borders la comunidad busca superar su historia de violencia y crear nuevas perspectivas para las nuevas generaciones Foto: María Paz Arbeláez Patiño, EL TIEMPO
Para entrar y salir del barrio Egipto -según afirman algunos de sus residentes- hay que hacerlo acompañado y preferiblemente que ese acompañante sea alguien de la comunidad. Por eso, para hacer el recorrido de Breaking borders (rompiendo fronteras), en el que se aprecian los grafitis de este icónico barrio de La Candelaria, recomiendan acordar con los guías, muchos de ellos exintegrantes de pandillas, un punto de encuentro fuera de la zona.
A pesar de esa imagen de inseguro, en sus calles se están gestando iniciativas de arte y hasta de recreación que buscan mostrarles un mundo diferente a jóvenes y niños que han crecido en medio de pandillas. Y lo van logrando. Al interior del barrio se están estableciendo acercamientos entre combos, buscando superar los conflictos.
Carmen Ibáñez, madre, exladrona y líder del grupo de mujeres emprendedoras ‘las Cleopatras’, es ahora uno de los guías del recorrido por los murales pintados en paredes de casas y tapias de esta zona incrustada en la cordillera Oriental, arriba del Centro.
El tour de grafitis nació en una cárcel, cuando su fundador, de quien la mujer guía prefiere no decir el nombre, habló con otros presos provenientes de Medellín. Ellos le explicaron la iniciativa de un proyecto de turismo artístico por las comunas. Una vez el hombre recuperó la libertad, se decidió por “pasear gringos” por el barrio. Muchos no le creyeron, entre ellos Carmen, pero el proyecto se concretó, los grafitis fueron pintados y se echaron a andar los recorridos en los que los visitantes pagan 35.000 pesos -con refrigerio incluido- para apreciar durante dos horas los 33 murales pintados por artistas nacionales e internacionales del colectivo ‘Atempo’, que realizan intervenciones artísticas con sentido social.
El primer grafiti es de dos venados, uno azul y otro naranja; ambos están mirando hacia la entrada del barrio en honor a la costumbre que tenían en el barrio de pararse en ese mismo punto a ver el atardecer cuando el sol enrojece el cielo, mismo sol que, según Carmen, sus antepasados muiscas conocían como el 'Sol de los venados'.
La casa esquinera de dos pisos y ventanas pequeñas (como casi todas las del barrio) sobre la que está la imagen de los venados, ha sido parte primordial de la comunidad. Hace muchos años funcionó como lugar de ocio, después, los encuentros dejaron de hacerse y la construcción se volvió la sala de velación comunitaria. Hoy es una residencia familiar.
La calle 10.a, como también se llama la exbanda del sector, es corta y estrecha. Al inicio está pintada la palabra Chambón, y al lado un oso y un cocodrilo sentados espalda con espalda mientras toman chicha.
La pintura representa a ‘la Décima’ y las demás pandillas, y el deseo de sus integrantes de que haya paz. Carmen dice que ya tienen medio proceso cerrado con los integrantes de ‘la 21’ y que faltan los del ‘Parejo' y los de ‘la Novena’.
Este proyecto ayuda a tener paz y a que los muchachos no sigan en la delincuencia
Muchos de los murales en el barrio Egipto están dedicados a dos tipos de infancia. La de antes, la que le tocó a la guía, cuando crecían en medio de la guerra y, asegura, viendo a los del “parche” como héroes; y la de ahora, que vive con la esperanza de una reconciliación.
Dos pinturas enfrentadas resumen esas dos infancias. Una se llama ‘Los sueños perdidos’ y tiene a un niño con guayos que va corriendo con un casco con alas. Esta imagen, según Carmen, simboliza los anhelos infantiles que se dejaron de lado por la violencia. Y al frente está “la interpretación que los niños hacen de la fiesta del 6 de Reyes”. El dibujo muestra al rey Herodes, una de las figuras de la Biblia, como un hombre feo y viejo, y a los tres reyes magos como superhéroes.
En la vía que le sigue a la calle 10.a hay un grafiti que une dos casas y en él resalta el rostro de una niña que mira un pájaro en vuelo. Es, de acuerdo con la mujer, una forma de agradecer a las madres comunitarias, quienes cuidan a los niños de otras familias mientras sus padres salen a trabajar.
Algunas de estas mujeres trabajaron en el jardín comunitario del barrio pero cuando este lugar cerró unas fueron contratadas en otras instituciones y otras no, por ejemplo 'mama Elenita' que, según Carmen, "por su edad y achaques el ICBF no le volvió a dar trabajo", pero eso no la ha detenido de ser la Madre Comunitaria del barrio con más edad y de poner sus conocimientos y experiencia a servicio de la comunidad.
Mientras sube por la calle, acercándose a un mural en el que se ven dos rostros, la guía pasa a hablar de que debido a la pandemia tuvieron que cerrar el tour temporalmente e interrumpir otro proyecto dentro del barrio de continuar con el funcionamiento del bar 'La diezma', fundado por uno de los exintegrantes de la banda la Décima.
El tour cierra con tres grafitis ubicados alrededor de una plaza dentro del barrio. En uno están pintadas semillas, otro se llama 'Memorias de barrio' y en el último se ve a la Virgen de Guadalupe. Carmen dice que el mural de las semillas es una metáfora de lo que quieren lograr con 'Breaking Borders', "una semilla pequeña que germina y crece para convertirse en un bosque de oportunidades” y que pretende darles a los jóvenes una perspectiva de vida diferente, lejos del crimen y la violencia.
‘Memorias de barrio’ es un mural de dos personajes definitivos del Egipto: ‘el tío Vicente’, quien convirtió su celular -el único del barrio en ese momento - en una especie de cabina telefónica de pueblo, pero las personas no eran citadas mediante un parlante sino con un grito; y Celina Gutiérrez, la mamá de Carmen, a quien ella califica como “la enfermera de la guerra del barrio”, y asegura que es la única persona que puede pasar de un sector a otro sin ser víctima de alguna de las bandas. Ella ayudó a nacer a muchos de esos chicos y ellos la consideran su abuela.
'Memorias de Barrio', muestra a Vicente Sarmiento y Celina Gutiérrez Foto:María Paz Arbeláez Patiño
El mural de cierre es el de la Virgen de Guadalupe, considerada la patrona de los jóvenes que “viven en la delincuencia” y la advocación con la que las mujeres del barrio se identifican más, por "el dolor que ellas sienten por sus hijos muertos o presos”. Carmen lo entiende de manera personal, porque, cuenta entre lágrimas, su hijo mayor se encuentra en una prisión condenado por tentativa de homicidio.
Este recorrido por los grafitis del barrio Egipto les ha dado a sus habitantes la esperanza de lograr una alternativa de vida que les permita a muchos jóvenes y expandilleros, como Carmen, generar ingresos y no tener que rebuscarse delinquiendo y dejar de ser considerados como un barrio inseguro. Carmen Ibáñez explica que este proyecto es de todos los habitantes de la zona y el resultado del deseo de “tener paz y que los muchachos no sigan en la delincuencia, sino que busquen otra forma de vida”.
Carmen Ibáñez, líder social del barrio, posa con el nuevo logo del proyecto Breaking Borders Foto:María Paz Arbeláez Patiño, EL TIEMPO
Carmen Ibáñez, líder social del barrio Egipto, responde:
¿Usted perteneció a alguna pandilla?
No. Desde los 13 años siempre estuve al ladito porque me gustaba andar con el parche, siempre me ha gustado andar entre parches. Cuando robaba, siempre me gustó trabajar con hombres, nunca con mujeres. Con ellos aprendí a pelear, a boxear.
¿Por qué se alejó de la delincuencia?
Fue hace 6 años, porque estuve a punto de perder a mis hijos. El mayor cayó preso, y si yo también me iba a la cárcel quién lo iba a ayudar, él solo me tiene a mí. Hay otras maneras de conseguir plata, que no tienen que ser delincuencia, yo tengo dos diplomados de gastronomía. Delinquiendo se consigue la plata más fácil, pero así como llega se va.
¿Le ha quitado algo la violencia de su barrio?
Hermanos, amigos, socios de vida, primos (se le quiebra la voz). Pero me ha brindado demasiado, porque gracias a eso he podido surgir y superarme.
¿Por qué se hizo un tatuaje de una mariposa tapando el tatuaje de un nombre?
Porque a veces uno comete errores, de pronto se enamora de la persona que no es. Fue una persona que existió en mi vida 4 años, pero fueron 4 años de maltrato, en un hogar en el que yo podía vivir cerca de mi mamá, podía estar enferma, pero no podía ir donde ella; era ver cada 8 días mi cara negra.
Entonces el tatuaje fue la forma de decir 'se acabó'. Fue en el momento en el que me di cuenta que no soy menos que un hombre, que no me tengo que dejar maltratar de uno porque es el sexo fuerte. Me di cuenta que yo también soy fuerte.