La crisis energética que tanto venían advirtiendo los expertos por los problemas asociados a limitaciones en la búsqueda de nuevos yacimientos de gas, las trabas regulatorias para licencias y permisos, y la incertidumbre en el sector derivó en un desabastecimiento en la oferta local, lo cual presionó a muchas de las empresas que comercializan y distribuyen gas en el país a importarlo.
Y mientras Colombia perdió la autosuficiencia para producir gas, también perdieron los consumidores, a quienes se les ha notificado un incremento hasta del 36 % en su tarifa mensual.
Es una situación difícil, con múltiples efectos para la economía bogotana, pues la capital concentra la mayor demanda de gas en el país: más de 2 millones de s domiciliarios, a los cuales se suman los s industriales y comerciales.
Subir una tercera parte el costo de la tarifa tendrá, en la práctica, un efecto inflacionario en la economía y un aumento significativo del costo de vida en la ciudad, debido a que muchas industrias y comercios que dependen del gas natural tendrán que subir los costos de sus productos y servicios para compensar el golpe a sus finanzas.
Subir una tercera parte el costo de la tarifa tendrá, en la práctica, un efecto inflacionario en la economía y un aumento significativo del costo de vida en la ciudad
Este escenario lo vivirán desde las pequeñas panaderías y pizzerías que no tendrán más opción que aumentar el valor del pan y la pizza hasta el sector de restaurantes, hoteles y las grandes industrias que utilizan el gas como fuente de energía para sus procesos industriales.
Que suban los costos de producción le resta competitividad a la economía bogotana, y puede presionar el traslado de la inversión a lugares con menores costos.
Pero el golpe más duro lo tendrán los hogares, sobre todo los más pobres, pues el costo del gas domiciliario los obligará a restringir otros gastos para cubrir los costos de la factura. Algunos optarán por usar menos el calentador de agua, o remplazar la estufa de gas por una eléctrica. Medidas que, a la larga, son insuficientes.
De este golpe no se salvan ni los taxis que funcionan con gas vehicular ni mucho menos la flota del sistema TransMilenio, donde un número considerable de sus buses opera con tecnología Euro VI de gas natural.
Si ya teníamos problemas de financiación en la operación, este incremento de las empresas comercializadoras de gas profundizará la crisis del fondo de estabilización tarifaria y pondrá en aprietos al alcalde mayor, pues debe decidir si sube o no las tarifas de transporte nuevamente, o les quita recursos a otros sectores para cubrir el déficit.
Decisiones con impactos políticos considerables en la istración distrital, dados los efectos que tendrá el aumento de la tarifa de gas en la economía de la ciudad.
Solo nos resta esperar que el costo de la energía eléctrica se mantenga estable, aunque, por los anuncios que han hecho desde dicho sector, es posible que también se vengan alzas en la tarifa.
ÓMAR ORÓSTEGUI
Director Govlab
Universidad de La Sabana
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