Aprenda a combinar los alimentos para tener una dieta más nutritiva

Una experta enseña las claves de su correcto ‘maridaje’ para sacarle el mejor provecho a la comida.

Estos tres planes nutricionales, más que prometer adelgazar a cualquier precio, sugieren técnicas avaladas para comer de forma saludable. Foto: iStock

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Seguir una dieta variada y equilibrada nos permite estar bien nutridos y que nuestro cuerpo funcione correctamente. Sin embargo, con el ritmo de vida actual y la falta de tiempo, es difícil comer sano y pueden aparecer carencias de algunos nutrientes.
Conocer cómo se deben combinar correctamente los alimentos nos ayudará a mejorar la biodisponibilidad (cantidad que es absorbida y utilizada por el cuerpo respecto a la que ha sido ingerida) de algunos nutrientes. De esta forma, conseguiremos un mayor valor nutricional de nuestras comidas. A continuación, algunos consejos.

El vital hierro

El hierro es un mineral fundamental para nuestro organismo, ya que forma parte de la hemoglobina, proteína responsable del transporte de oxígeno. La forma química en la que se encuentra el hierro en los alimentos es el principal factor que influye en su absorción. Debemos diferenciar entre hierro hemo y hierro no hemo.
El hierro hemo, que forma parte exclusivamente de alimentos de origen animal, como las carnes, pescados y vísceras, se absorbe entre un 20 y un 25 por ciento del total del alimento. Las características de la dieta prácticamente no afectan su absorción.
Por otra parte, el hierro no hemo se encuentra principalmente en alimentos de origen vegetal, como espinacas o lentejas. Su porcentaje de absorción disminuye hasta el 1 por ciento y el 10 por ciento. Afortunadamente, hay alimentos que podemos tomar para favorecer la asimilación de este tipo de hierro y no depender del que proviene de origen animal.
Las frutas y verduras con un alto contenido en vitamina C son buenas compañeras de los alimentos ricos en hierro. Esta vitamina posee la capacidad de modificar la forma química del hierro no hemo, para duplicar, o incluso triplicar, su absorción. Por eso, se aconseja aliñar legumbres ricas en hierro (lentejas, garbanzos o alubias rojas) con zumo de limón o tomar un cítrico de postre.
Asimismo, podemos consumir cereales (quinua) o frutos secos (pistachos), también ricos en hierro, con frutas como la fresa y el kiwi, o preparar espinacas con pimiento fresco o tomate.
Y un consejo importante: las fuentes de vitamina C deben añadirse después del cocinado, ya que esta vitamina es muy sensible al calor.
Las frutas y verduras con un alto contenido en vitamina C son buenas compañeras de los alimentos ricos en hierro
En los alimentos existen otros ácidos orgánicos que tienen la capacidad de aumentar la biodisponibilidad del hierro. Por ejemplo, el ácido málico, ácido cítrico y ácido tartárico. Su efecto se atribuye a la capacidad que tienen para acidificar el medio, favoreciendo la solubilización del hierro no hemo en el intestino.
Las frutas como las manzanas verdes, cerezas, albaricoques y arándanos, ricas en ácido málico; las frambuesas, grosellas y piñas, que aportan gran cantidad de ácido cítrico, y las uvas y melocotones, ricos en ácido tartárico pueden ser buenas combinaciones para cereales, legumbres y frutos secos ricos en hierro.

Vitaminas y grasas

Las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) tienen variedad de funciones en nuestro organismo. Son necesarias para la vista, ayudan a mantener los huesos, refuerzan el sistema inmunitario y protegen la piel, entre otras.
Para aumentar su biodisponibilidad es recomendable consumirlas junto con grasas alimentarias. La presencia de estas grasas en el intestino facilita la formación de micelas mixtas y mejorará la absorción de estas vitaminas. Por ejemplo, podemos combinar una ensalada o unas hortalizas con aceite de oliva (con aliñarlas sería suficiente). También podríamos agregar a estos platos otros productos ricos en grasa saludable como el aguacate o los frutos secos.
Por otro lado, los carotenoides, algunos de ellos precursores de la vitamina A, también se absorben mejor si los combinamos con grasas. Las grasas facilitan la salida de los carotenoides de las células vegetales y mejoran su solubilización en el intestino.
Contienen carotenoides algunos vegetales rojos como el tomate y la sandía, y vegetales naranjas como la zanahoria y la calabaza. También podemos encontrarlos en verduras de hoja verde, como las acelgas y coles.

Calcio, mejor con vitamina C

Por otro lado, el calcio es el elemento mineral más abundante en nuestro organismo, ya que forma parte importante del esqueleto y los dientes. La biodisponibilidad del calcio que consumimos en los alimentos depende de factores dietéticos que pueden afectar positiva o negativamente en su absorción. Varios estudios sugieren que cuando no tenemos la cantidad adecuada de vitamina D, nuestro organismo solo absorbe entre un 10 y un 15 por ciento del calcio que consumimos. Por tanto, lo ideal es que pensemos en combinar ambos nutrientes, ya que los alimentos ricos en vitamina D nos ayudarán a no tener déficit de calcio.
Alimentos como atún, salmón, sardina y la yema de huevo, ricos en vitamina D, deberían consumirse junto con alimentos que contengan calcio como los lácteos, legumbres como el garbanzo y las judías blancas, frutos secos como la almendra y las nueces, u hortalizas como las acelgas y espinacas.

Cómo hacerlo bien

Pero ¿debemos combinar todos estos alimentos en el mismo plato o podemos consumirlos a lo largo del día? Pues bien, depende del nutriente. Para absorber el hierro no es necesario que consuma estos alimentos en una misma preparación, pero sí debe combinarlos en una misma comida.
Es decir, no debe almorzar lentejas y cenar una fruta rica en vitamina C, pues no sería efectivo. Pero sí puede consumir como plato principal un alimento rico en hierro y de postre una naranja. Lo mismo pasaría con la combinación de vitaminas liposolubles y grasa. Sin embargo, en el caso del calcio y la vitamina D, no sería necesario combinarlos en la misma comida.
Ahora, debe saber que hay algunas sustancias presentes en los alimentos que pueden inhibir o reducir la biodisponibilidad de algunos nutrientes. Pero de eso ya hablaremos en otro artículo.
ISABEL  ODRIOZOLA SERRANO (*)
The Conversation (**)
(*) Profesora de Nutrición y Bromatología, Universitat de Lleida, Cataluña, España.
(**) The Conversation es una organización sin ánimo de lucro que depende de lectores como usted para lograr nuestra meta de compartir ideas y conocimientos académicos con el público.

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