Inaugurar un hospital siempre será una buena noticia, y más en momentos en que se debate el futuro de la salud de todos en el país, lo que toma una relevancia mayor si se trata de una entidad pública desarrollada con la relación propositiva del sector privado. Justo eso es lo que ha ocurrido con el nuevo Hospital de Bosa, el primero construido en Colombia gracias a una asociación público-privada (APP), que acaba de ser entregado por la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y refleja, de buena manera, la inversión de los impuestos de los habitantes de la capital.
No es una obra cualquiera, pues se trata de un centro asistencial de la más alta tecnología en un adecuado contexto arquitectónico y en un área de 30.000 metros cuadrados, que equilibra una eficiente funcionalidad con una estética moderna y amigable con el entorno y el medioambiente. Todo esto con el objetivo de servir a 2,5 millones de personas, de las cuales 411.000 serán beneficiarias directas en una localidad que –como la de Bosa– muestra crecimientos significativos de algunos indicadores sociales y productivos ligados con el desarrollo.
Por supuesto, no hay que dejar de lado que este magnífico hospital –en el cual se invirtieron 552.887 millones de pesos– es resultado de un proceso que involucró a varias istraciones, que entendieron el valor de continuar con los proyectos que tienen una visión de ciudad, que aportan a toda la comunidad y en la que, a la par de responder a las necesidades de salud y bienestar de la gente, se refleja que se cuidan y se invierten sus recursos. Solo resta que el gobierno local que llega garantice el funcionamiento permanente, regido por los estándares de calidad que exige esta infraestructura, y esa humanización que le agregará valor a su quehacer.
Aplausos para los responsables de este favorable desenlace que llega con una carga de esperanza frente e a una reforma que requiere ejemplos como este para caminar por la senda correcta.
EDITORIAL