Medios y censura

Pero el asunto es más complejo. Es verdad que los regímenes comunistas practican una censura de eliminación de contenidos; quitar, ordenar, suprimir, negar. Pero las democracias también censuran de manera menos explícita, como consecuencia del exceso de información. La manipulación mediática es un acontecimiento de la modernidad. En democracia, la censura funciona “como asfixia, por atasco” (P. Serrano; I. Ramonet). Consumimos tanta información que no somos conscientes de lo que falta, lo que no se dice, quizá lo más importante para la vida pública, y terminamos desinformados; una “censura invisible” determinante, pues une los medios con las democracias y con la recreación de ilusiones colectivas, muchas veces convertidas en retórica. Por ejemplo, un gobierno promete y publicita la paz, el mejor y más preclaro interés para un país que la anhela como bien supremo; entonces los medios, eufóricos, inundan la paz con millones de representaciones, hasta el punto de taparla, y quedan por fuera los discursos críticos: he ahí la censura invisible. Lo mismo ocurre con otros propósitos que se van haciendo dominantes, la ecología, el clima, etc., que terminan perdiendo el significado, exuberantes y retorizados, favoreciendo más bien algún tipo de poder que se pretendía confrontar.

Así que gobiernos autoritarios y democracias censuran, sobre distintas medidas. Las actuaciones del Ministro del Interior en un gobierno autoritario, al amenazar a una periodista, como se ve en Colombia, de un medio que narra la compra de voluntades de congresistas, es ejemplar y alerta del futuro. En las democracias existen filtros por los que la sociedad civil e intelectual puede discernir sobre lo verdadero en medio de la abundancia mediática; en las tiranías se eliminan todos los filtros, subsiste solo un medio y el tirano le habla directo a su pueblo adormecido con sus retahílas vacías.

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