Se quemaron las pestañas, trasnocharon estudiando, viajaron a universidades del exterior, regresaron con maestrías y doctorados, volvieron con sus cerebros fugados y se convirtieron en funcionarios técnicos del Estado colombiano, investigadores en centros de pensamiento y economistas de gremios económicos.
Todo para nada: digan lo que digan, hagan lo que hagan, proyecten lo que proyecten, modelen lo que modelen, auguren lo que auguren, todos los gritos de los tecnócratas del país son en vano y se hunden en el barril de los sordos del Gobierno y el Congreso colombiano. Pasa con las reformas de la salud, laboral, tributaria, descentralización, recortes al presupuesto y hasta con la supuesta renegociación de los Tratados de Libre Comercio.
En saco roto, por ejemplo, todas sus advertencias sobre la bomba nuclear fiscal con la reforma al Sistema General de Participaciones, ‘ad portas’ de ser aprobada esta semana en el último de ocho debates, aumentando al 39 % las transferencias de la Nación a los territorios en un lapso de doce años a partir del 2027.
Digan lo que digan, hagan lo que hagan, proyecten lo que proyecten, modelen lo que modelen, auguren lo que auguren, todos los gritos de los tecnócratas del país son en vano y se hunden en el barril de los sordos del Gobierno y el Congreso colombiano
Terremoto económico según los técnicos del Banco de la República: caída del 12 % del Producto Interno Bruto, desplome del 18 % del consumo privado, derrumbe del 34 % de la inversión privada, caída del 28 % de las importaciones del país, elevación de la deuda pública hasta el 83 % del PIB, mayores costos de financiamiento, mayores intereses, mayor precio del dólar, mayor precio de la canasta familiar y mayor costo de vida si se convierte en ley de la República.
Apocalipsis que empeora con otro proyecto nefasto: la reforma de la salud y los 163 billones de déficit en diez años que le dejará al país, según los economistas de la Andi, unas siete veces más de lo estimado por el ministro de Hacienda. Reforma de la salud, que según el gremio de industriales, va a generar “una inmensa crisis en todas las entidades que hacen parte del sistema de salud”, deteriorando la atención a los pacientes y demorando más los pagos a médicos, enfermeros y hospitales.
Calamidad sobre las cuentas públicas en medio de la descuadrada caja del Gobierno, tras 3 años consecutivos de caída en las proyecciones de recaudo y con un desfase de 16 billones entre enero y octubre de este año. Casa quebrada que obliga al ministro de Hacienda a recortar el gasto público en 33 billones de pesos este año y en un monto similar para el año entrante, según las cuentas del Comité Autónomo de Regla Fiscal, cuyos técnicos caen en el mismo costal de irrelevancia que sus pares en el Banco de la República.
Ratones de biblioteca que ya llevan varios meses advirtiendo sobre la pérdida de 450.000 empleos formales en un horizonte de entre tres y cuatro años si se aprueba la reforma laboral que cursa en el Congreso de Colombia. Tecnócratas que calculan un incremento del 92 % del valor promedio de las indemnizaciones y de hasta un 11 % en el costo laboral promedio debido a cambios en los recargos nocturnos y dominicales.
Desdichados que se quemaron las pestañas estudiando y que comieron libros por muchísimos años, pero que ahora son más irrelevantes que el sol en el ocaso porque ni en el Gobierno ni en el Congreso les hacen ningún caso.
Réquiem por los tecnócratas colombianos que hoy prenden alarmas por todos lados; última generación de una especie en vía de extinción.
PAOLA OCHOA
En X: @PaolaOchoaAmaya