La escena se repite con frecuencia en varias ciudades de Estados Unidos. Un grupo de personas rompe, de la nada, los escaparates de una tienda. Luego, decenas más aparecen y emprenden entonces un asalto masivo. La lista de tiendas afectadas crece cada semana. Apple, Foot Locker y Lululemon son algunas de ellas.
Es tal el nivel de alerta, que las autoridades ya acuñaron un término para referirse a esos casos. Los llaman 'smash and grab' (rompe y agarra, en español), y suelen ocurrir con características similares: a plena luz del día, en determinados comercios y con la suficiente rapidez para eludir una reacción de la policía.
La semana pasada ocurrió en Filadelfia, en Pensilvania. Entre 15 y 20 personas fueron detenidas por participar en unos saqueos. Algunos grupos de adolescentes, con los rostros cubiertos por máscaras, rompieron vidrieras, llenaron bolsas de plástico con ropas, calzado deportivo y rios, y huyeron al llegar la Policía.
En ese caso, los disturbios estallaron después de que la jueza Wendy Pew desestimara todos los cargos, incluido uno de asesinato, contra el policía Mark Dial por haber matado a tiros el 14 de agosto al conductor Eddie Irizarry, un incidente que quedó grabado en un video. Tras una audiencia preliminar, la jueza Pew aceptó el argumento de la defensa según el cual los disparos de Dial estaban justificados porque estaba reaccionando a una amenaza para su seguridad.
En días recientes fue el turno de California. Un grupo personas entró a una tienda de la reconocida marca de ropa Zara y se robaron varias prendas. Los asaltantes entraron con capuchas para evitar ser identificados.
Según las autoridades estadounidenses, las cinco ciudades o áreas metropolitanas más afectadas por estos casos de crimen organizado son Los Ángeles, San Francisco/Oakland, Houston, Nueva York y Seattle.
Entre los comerciantes hay gran temor. La cadena minorista estadounidense Target, por ejemplo, informó en días pasados que va a cerrar nueve tiendas en cuatro estados a partir del 21 de octubre debido al robo y crimen organizado que, según la empresa, amenazan la seguridad de los empleados y clientes "y hacen insostenible el desempeño comercial".
Y es que la Federación Nacional de Minoristas de Estados Unidos ha dicho que ese país vive una emergencia por cuenta del auge del crimen organizado contra las tiendas y calculó las pérdidas del comercio por robos de todo tipo en unos 112.000 millones de dólares en 2022, una cifra récord si se tiene en cuenta que el año anterior, el 2021, las pérdidas fueron 93.900 millones de dólares.
Pero, ¿qué hay detrás de esos asaltos masivos a las tiendas?
Lo que señalan las autoridades es que este fenómeno de los "saqueos relámpago" no es nuevo en Estados Unidos. En California -uno de los estados que reporta más casos-, por ejemplo, se registraron varios asaltos de este tipo durante 2021, y eso provocó que el gobernador, el demócrata Gavin Newsom, prometiera invertir en seguridad unos 300 millones de dólares en tres años.
El de California, de hecho, es un caso especial, si se quiere. En ese estado, el más poblado de Estados Unidos, se aprobó en 2014 la llamada Propuesta 47, que básicamente hizo menos graves algunos delitos contra la propiedad si quien los comete no tiene antecedentes penales, con el fin de aliviar el hacinamiento en las cárceles. Muchos sectores atribuyen la oleada de saqueos a esa medida, pues consideran que muchas personas subestiman los efectos que pueden enfrentar por robar.
La ley, en sentido estricto, señala que cualquiera persona que robe objetos cuyo valor supere los 950 dólares entonces sí habrá cometido un delito grave. De lo contrario, se considera un delito menor.
Sin embargo, no es el único con medidas de este tipo. En el estado de Washington, donde también se han registrado saqueos, el límite es incluso más bajo: 750 dólares. Texas y otras partes del país cuentan con topes más altos, de hasta 2.500 dólares, para clasificar los crímenes de baja cuantía.
Por lo pronto, las autoridades se han enfocado en aumentar el número de policías en centro comerciales o zonas donde haya negocios que hayan sido saqueados. Las empresas, por su parte, han optado por contratar vigilancia privada, controlar los ingresos a las tiendas e incluso guardando mercancía en cajas con cerraduras.
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO