Después de las fiestas de fin de año, Colombia empieza a hacerle frente al 2021 que, por lo visto hasta ahora con la pandemia, más parece un alargue del complicado 2020. Con esperanza y un moderado optimismo, por cuenta del programa de vacunación anunciado por el Gobierno, los empresarios y los hogares hacen sus cuentas.
En el sector automotor, a pesar de la caída de casi 30 por ciento en las ventas, en general, las expectativas de los consumidores y los empresarios han mostrado señales de mejora.
Según el Pulso Social del Dane, la confianza de los hogares pasó de 28,8 por ciento en julio a 34,4 por ciento en noviembre, mientras que el Pulso Empresarial de esa entidad muestra aún mejores expectativas, pues la cifra del sector privado pasó de 38,2 por ciento en junio a 49 por ciento en noviembre.
De otro lado, el Gobierno tuvo que moderar el optimismo en su pronóstico para el desempeño de la economía, al bajar el crecimiento del PIB de 6,6 a 5 por ciento. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) lo puso en 3,5 por ciento.
Para Ricardo Ávila, analista sénior de EL TIEMPO, el 2021 debería ser un año de recuperación después de lo vivido en el 2020, y aunque estima un crecimiento entre 4,5 y 5 por ciento, aclara qué aun así, el país estará por debajo del nivel de crecimiento que tenía la economía en el 2019.
Esta virtualidad nos está enseñando mucho y las plataformas digitales van a desplazar muchas cosas que hacíamos de una manera diferente
Un crecimiento de 5 por ciento, dice, implica que habrá una mejoría del consumo de los hogares, y en particular, del consumo de vehículos. ¿Por qué? “Por varias razones, por un lado, no va a haber restricciones a la oferta, es decir, que más allá de estas limitaciones puntuales que estamos viendo en enero, la posibilidad de una cuarentena generalizada es muy baja. Y, por otra parte, la demanda debería empezar a recuperarse porque las cifras de empleo también muestran una evolución relativamente aceptable”.
Aunque no se atreve a dar una cifra, agrega que le apuntaría a un crecimiento de doble dígito, superior al diez por ciento. Sus razones se fundamentan en que “las tasas de interés están bajando”, y que “hay una recuperación de la confianza y de la demanda de los consumidores”. Por otro lado, agrega, “hay sectores específicos de la economía que comienzan a tener mejores perspectivas”.
Entre estos sectores cita la minería y el petróleo, que por la reactivación de algunas explotaciones o labores de exploración, son compradores importantes de vehículos. “La mezcla de esas circunstancias debería generar un nivel de ventas más alto”, afirma.
Oliverio García, presidente de Andemos, se muestra optimista. “Este año se venderán cerca de 230.000 unidades, pero el éxito de la reactivación estará en el tipo de medidas que tomemos para protegernos de los contagios y no puede ser a través de cierres masivos”, afirma.
El optimismo se refleja en que ya varias marcas anunciaron la llegada de nuevos modelos. Ford, con la reedición de su legendaria Bronco; y Renault, que traerá la Duster 1.3 turbo, que además marca un nuevo camino, que seguramente seguirán otros, al incorporar motores ‘Downsizing’, es decir, más pequeños (3 cilindros), de baja cilindrada y con mejores prestaciones gracias a la sobrealimentación.
Todas las marcas tienen muchas novedades que irán apareciendo gradualmente, aunque esos lanzamientos también sufren confinamientos por problemas de producción, transporte y luego en la red de ventas si esta no puede operar plenamente.
El dólar y el petróleo
El principal determinante del nivel del dólar en Colombia, que repercute directamente en los precios de los vehículos y las autopartes de ensamble, es el valor del petróleo, que hoy está alrededor de 55 dólares el barril. “Si ese nivel se mantiene, tendríamos un dólar que oscilaría entre 3.400 y 3.600 pesos durante el año”, dice Ricardo Ávila.
Pero, agrega, “este es un supuesto muy fuerte, porque lo que se necesita para que ese nivel del precio del petróleo se mantenga en valores similares es que haya un acuerdo internacional de los productores para limitar la oferta”.
Y aunque ese acuerdo está vigente, Ávila, recuerda que este es un mercado con gran volatilidad y no se pueden desechar los sobresaltos cuando alguno de los productores “se salga de la fila”. Por lo tanto, afirma, “ese pronóstico de que vamos a mantener los niveles actuales hay que tomarlo con un grado de sal porque es un segmento de amplísima volatilidad”.
Además, no hay que perder de vista otros elementos inesperados de la realidad internacional que pueden hacer que esos pronósticos de tasa de cambio se alteren de manera sustancial, entre estos, sostiene Ávila, “están las tasas de interés internacionales, el comportamiento del dólar en los mercados de monedas, o con las mismas decisiones que tome la istración de Joe Biden, ahora que arranca”.
Otras expectativas
En el 2021, muchas cosas habrá que replantear o hacerlas de manera distinta por cuenta de las lecciones y los daños que causó la pandemia. Ya se anunció la cancelación del Salón del Automóvil de Detroit; y China y Australia pidieron aplazar sus Grandes Premios de Fórmula 1.
Por el lado de los fabricantes, la noticia de esta semana fue el cierre de las plantas de Ford en Brasil –Camaçari, Taubaté y Troller, que empleaban más de 5.000 personas– por la baja demanda y en medio de un proceso de reestructuración. Desde esas plantas llegaba el modelo EcoSport, que se vende aquí.
Bogotá debería celebrar su Salón del Automóvil, que se aplazó el año pasado por la pandemia. Sobre esto no hay luces todavía, pero un espejo para mirarnos es lo que ocurrió con el Consumer Electronics Show (CES), la megaferia de la tecnología que este año abrió sus puertas virtuales con videos, productos en 3D y experiencias interactivas, muy lejos de su lugar tradicional, en Las Vegas, Nevada (Estados Unidos).
“Esta virtualidad nos está enseñando mucho y las plataformas digitales van a desplazar muchas cosas que hacíamos (…) ya hay marcas que están desistiendo de los salones del automóvil”, dice Oliverio García.
Las leyes ¿en confinamiento?
Aterrizando en nuestra realidad, en lo relacionado con la legislación y su impacto en los vehículos, el Ministerio de Transporte y el Congreso seguirán seguramente en deuda con la modernización del Código Nacional de Tránsito, porque hay otras reformas en ciernes como la tributaria, laboral y pensional, que son de más urgencia para el Gobierno, que además deberá sortear esos debates en un difícil año preelectoral.
En todo caso, el Congreso debe resolver este año qué va a pasar con los sistemas electrónicos de fotodetección de infracciones de tránsito (fotomultas), luego de que la Corte Constitucional lo conminara a legislar sobre este asunto. Por ahora, estos equipos no pueden identificar plenamente al infractor (exigencia de la Corte) en casos de violaciones de las normas de límites de velocidad o estacionamiento en zonas prohibidas. Aplican los comparendos en casos de Soat y revisión técnico-mecánica vencidos.
Otro asunto que debería resolverse este año, después de dos aplazamientos, es el funcionamiento de peajes electrónicos en las carreteras. En marzo de 2018, el Ministerio de Transporte expidió la Resolución 546, la cual les dio un año de plazo a los concesionarios, pero faltando poco para su vencimiento el Ministerio les dio una prórroga para que ajustaran los mecanismos para la operación del sistema en al menos una caseta de pago de cada peaje a su cargo.
En marzo del año pasado se venció de nuevo el plazo, y la tal ‘revolución tecnológica’ que anunció el Ministerio hace tres años sigue enredada en los escritorios, pues hasta marzo de 2020 los operadores no se habían puesto de acuerdo en la forma de pago, las nuevas exigencias para transacciones de menor cuantía y el pago de comisiones. Y, lo más complicado, que los sistemas de los operadores se ‘hablen’ entre sí a través de un sistema único, para evitar que los parabrisas de los carros se llenen de Tags, como quisieran algunos.
El carro en Bogotá
Como tradicionalmente pasa en la capital, a cada nuevo mandatario y a sus funcionarios se les ocurren nuevas medidas restrictivas para el carro particular. El año pasado fue la eliminación de carriles en las principales avenidas para adaptar ciclorrutas. Y también se anunciaron otras medidas como cambios en el pico y placa y cobros por congestión.
Esta istración viene moviendo en diferentes instancias una propuesta para aumentar la sobretasa a los combustibles, e incluso aumentar 20 por ciento el impuesto de vehículos a los hogares que tengan más de dos carros.
Además, el secretario de Movilidad, Nicolás Estupiñán, propuso un cobro diferencial por el tipo de vehículo, por la cantidad de kilómetros recorridos durante el pico y placa y por la cantidad de emisiones, e incluso cobrar por cada viaje.
Así pinta pues el año, o al menos el arranque de este 2021, que será como una larga etapa de montaña del Tour de Francia, en la que habrá que aprovechar los tramos planos para volver a tomar impulso.
CARLOS A. CAMACHO MARÍN
SUBEDITOR VEHÍCULOS
@CarlosACamachoM