El Viernes de Dolores es una celebración religiosa que tiene lugar el viernes anterior al Domingo de Ramos y al Viernes Santo, dentro de la quinta semana de la Cuaresma. Esta festividad marca el inicio de la Semana Santa en algunas regiones y se conmemora en el cristianismo, especialmente en algunos países europeos.
Esta tradición es de las más antiguas del cristianismo y está vinculada de manera directa a la Semana Santa, conmemora los dolores y sufrimientos de la Virgen María en torno a la Pasión de Cristo, su Hijo amado, según ‘Aciprensa’.
Conocido popularmente como ‘Viernes de los Dolores’ o ‘Viernes de Concilio’, es una celebración que realizan los fieles y conmemoran por medio de misas, procesiones, paraliturgias y vigilias.
En la liturgia de la misa, se incluye la secuencia del ‘Stabat Mater’, que relata los sufrimientos de la Virgen María. De igual forma, en algunas regiones, este día se conoce y se desarrolla como un día de ayuno y abstinencia, en el que se prohíbe el consumo de carnes.
La festividad del Viernes de Dolores tiene una larga historia y está arraigada en diferentes países de Europa y Latinoamérica. En España, por ejemplo, se celebran procesiones en diversas ciudades, como Madrid y Sevilla, donde las hermandades recorren las calles con imágenes religiosas.
La devoción a la Virgen Dolorosa invita a la contemplación de los siete dolores de María. La Madre de Dios prometió, a través de Santa Brígida de Suecia, que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías “mientras meditan en sus lágrimas y dolores”.
Años antes, el Señor Jesús había mostrado a Santa Isabel de Hungría, a través de una revelación privada, que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.
Esta es la poderosa oración a la Virgen de Dolores
“Señora y Madre nuestra: tú estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.
Lo perdías, en cierto sentido, porque Él tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.
María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús!: “Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre”.
¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén”.
ALEJANDRA HERNÁNDEZ TORRES
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
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