En el año 2010, Robert F. Kennedy Jr., sobrino del expresidente estadounidense John F. Kennedy, comenzó a experimentar problemas de memoria, lo que desencadenó una serie de estudios médicos.
Los especialistas encontraron en su cerebro un parásito muerto, un hallazgo sorprendente aunque no directamente relacionado con los síntomas que manifestaba. Se trataba, según especularon los especialistas, de una larva de Taenia solium, un parásito que puede causar la enfermedad conocida como neurocisticercosis.
La neurocisticercosis se desarrolla cuando una persona ingiere accidentalmente huevos de Taenia solium, presentes en carne de cerdo mal cocida. Los huevos eclosionan en los intestinos y las larvas viajan a través del torrente sanguíneo hasta el cerebro, donde forman quistes y pueden causar síntomas neurológicos variados.
Sin embargo, el caso de Kennedy Jr. destaca no solo por la presencia del parásito, sino por la complejidad del diagnóstico en enfermedades parasitarias cerebrales. Los especialistas explican que existen diversos parásitos capaces de alojarse en el cerebro. El daño que causan depende del tipo de parásito y de su ubicación en el cerebro. Algunos destruyen activamente los tejidos, mientras que otros provocan problemas por la reacción inflamatoria que desencadenan.
Entre los parásitos más conocidos y letales se encuentra el Naegleria fowleri, una ameba que habita en aguas dulces templadas y que es capaz de causar una infección devastadora en el cerebro, conocida como meningoencefalitis amebiana primaria (MAP o PAM).
Este parásito entra al cuerpo humano a través de la nariz y viaja hasta el cerebro, donde destruye el tejido cerebral. Aunque la infección es extremadamente rara, es casi siempre mortal. Enrique Casanueva Martínez, infectólogo con experiencia en el campo, mencionó haber tratado un caso exitoso contra esta ameba en sus 40 años de carrera.
Otro parásito que frecuentemente llega al cerebro es el Toxoplasma gondii, causante de la toxoplasmosis. Esta infección se adquiere principalmente a través del consumo de carne poco cocida y por o con heces de gatos infectados.
Aunque generalmente es benigna en personas con un sistema inmunitario saludable, es peligrosa para mujeres embarazadas y personas inmunodeprimidas, ya que puede infectar al feto o reactivarse cuando las defensas del cuerpo disminuyen.
Alejandro Andersson, del Instituto de Neurología de Buenos Aires, explica que los parásitos tienen una tendencia a alojarse en el cerebro debido al abundante flujo sanguíneo que este órgano recibe. Además, el cerebro tiene menos capacidad de defensa inmunológica, lo que permite a algunos parásitos esquivar la detección y prosperar.
Según los especialistas médicos consultados, hay muchos tipos de parásitos que son capaces de llegar al cerebro. Foto:iStock
"El sistema inmunológico en el cerebro no es tan agresivo como en otros tejidos, por lo que el parásito esquivaría la detección y destrucción. También hay parásitos que llevan en sus genes la tendencia a viajar al cerebro, por un tema evolutivo, porque sobreviven mejor en el sistema nervioso”, explica el experto.
*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.
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