Gracias a Barry Callebaut, el mundo pasó de tres a cuatro familias de chocolate. Estaban el oscuro, el chocolate con leche y el blanco. Hasta que esta ya centenaria marca de chocolates le presentó al mundo, en 1996, el chocolate ruby, el cuarto chocolate. Su desarrollo, que tardó largos 13 años, consiguió el color del mismo producto original –nada de colorantes– con un proceso de tratamiento secreto, a partir de ciertas habas de chocolate que traían esa tonalidad.
El chocolate ruby fue una de las innovaciones recientes de Barry Callebaut, pero no fue su primer gran secreto. De hecho, fue en secreto como Octaaf Callebaut, nieto de un empresario cervecero, comenzó a experimentar con las habas de cacao en su casa de Wieze (Bélgica), en 1911.
El aroma delataba su misterioso trabajo, y el resultado, cuando lo probaron, dio origen a una de las marcas más influyentes del mundo en materia de chocolate. Creó el Finest Belgian Chocolate de Callebaut.
El maestro chocolatero siguió perfeccionando fórmulas –como la 811, 823 y W2– que siguen empleando chocolateros y pasteleros de todo el mundo. Para 1920, la marca empezó a producir sus primeras coberturas de chocolate para repostería y bombonería.
En 1935 lanzó una famosa receta: la de chocolate con leche n.º 845, también vigente. El fundador es recordado como uno de los primeros en enseñar, a profesionales y amantes de este producto, a catar el chocolate.
Callebaut empezó a exportar en los años 60. Supo convertir a los chefs en embajadores y principales s de su producto y se considera que esta marca contribuyó a la fama del chocolate belga. En 1996 se fusionó con la marca Cacao Barry, y fue el origen de su nombre actual. Recientemente, Barry Callebaut anunció su expansión en Latinoamérica, que comienza por Colombia y Ecuador.
REDACCIÓN DE CULTURA
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