El 11 de febrero, una fiesta electrónica organizada por la empresa Metamorphosis: Fetish in Wonderland en el bar Studio 64, en la carrera 13 n.º 64-35, en Lourdes (Chapinero), había llamado la atención de varios adultos y jóvenes.
Al caer la noche comenzó pronto a llenarse de espectadores que querían disfrutar de las presentaciones nocturnas de luces lilas que se ofrecen en ese recinto de tipo industrial, como nuevo sitio para artistas emergentes, y que tendría capacidad para 1.000 personas.
Era un evento de música techno y, por lo general, los asistentes suelen ingresar con diferentes tipos de sustancias psicoactivas así existan controles en la entrada. Empieza la fiesta, y en medio de la música es inminente el consumo.
Algunos asistentes publicaron en sus redes sociales que en el lugar había poca ventilación y que el consumo de agua de la llave había sido restringido con el argumento de que “no era potable” y que, en cambio, el líquido se estaba comercializando a precios altos. Otros más dijeron que el lugar había superado su aforo y que no era la primera vez que esto sucedía en las presentaciones organizadas por la misma empresa.
Hasta ese momento todos hablaban, simplemente, de una mala organización, pero comenzó a circular el rumor de la muerte de dos jóvenes en extrañas circunstancias que, al principio, cuando este diario entró a investigar, no aparecían en ningún registro oficial.
La primera muerte:
Wilfrank Ardila, el hermano de Arles Ardila, fue quien tomó primero la decisión de explicar lo que había sucedido esa confusa noche. En medio del dolor narró por qué no lo volvería a ver para siempre mientras entregaba las prendas con las que vestirían a Arles para despedirlo en la funeraria de Capillas de la Fe. Nunca pensaron que ese momento llegara tan rápido y en circunstancias tan absurdas. Tenía solo 20 años.
Recordó que ese sábado en la noche su hermano salió a eso de las 8:30 p. m. rumbo al bar desde su apartamento en Engativá. Le había dicho que el lugar quedaba cerca de la estación de Las Flores, en el sector de Lourdes, y que la fiesta pintaba interesante, que iba a consumir drogas, pero que no se preocupara porque él lo sabía hacer “de forma responsable”.
Arles Ardila es la segunda víctima fatal de evento en Chapinero. Foto:Archivo particular
Todas producen sensaciones y duran tiempos diferentes. Lo que hacen los jóvenes es que la camuflan dentro de la ropa para evitar ser descubiertos en las entradas de esos eventos
Salió con su pareja y con dos amigos más con quienes vivía. Ya en el sitio comenzaron a consumir sustancias: tusibi, pop-per, marihuana y MDMA.
“Todas producen sensaciones y duran tiempos diferentes. Lo que hacen los jóvenes es que la camuflan dentro de la ropa para evitar ser descubiertos en las entradas de esos eventos”, dijo Wilfrank.
La fiesta marchaba bien, salvo porque, según los asistentes, había exceso de calor. De un momento a otro, Arles comenzó a sentirse muy mal y de eso se percataron rápidamente su pareja y amigos. Le faltaba el aire y así, en medio del estruendo musical, se desvaneció. “Eso pasó a eso de las 11:55 de la noche. No hubo ningún personal de logística que los atendiera con rapidez y por eso fueron sus acompañantes los que lo auxiliaron y lo llevaron al puesto de enfermería de los organizadores del evento”.
Pero cuando llegaron allí, aseguran, el personal les dijo que no se preocuparan, que solo se trataba de un “mal viaje”. “Tuvieron que pasar unos seis minutos para que se asustaran y entendieran que era una verdadera emergencia”, aseguró Wilfrank.
Arles Ardila asistió a una fiesta electrónica en Chapinero en el que terminó perdiendo la vida. Foto:Archivo particular
El joven fue conducido a la Clínica Infantil Colsubsidio y cuando llegó no tenía signos vitales. “Su situación era tan grave que lo pasaron a una unidad de cuidados intensivos (UCI). Murió a las 12:35 de la noche. Fue un paro cardiorrespiratorio”.
La doctora que lo atendió, según Wilfrank, dijo que la cocaína había taponado sus arterías. “Yo quiero denunciar lo que pasó porque mi hermano hubiera querido que nadie más muriera así. Creo que también hay que investigar por qué la atención en este lugar tuvo tantas deficiencias y demoras”.
El joven tenía todo un futuro por delante. Estudiaba licenciatura en Lenguas Extranjeras en la Universidad Uniminuto e iba en séptimo semestre. A la par, trabajaba en un call center bilingüe llamado Pay Ball. Por eso la familia pide que se investigue el contexto de la fiesta en la que murió Arles junto con otro joven. “Sabemos que hubo una organización pésima y queremos conocer si eso tuvo algo que ver con el desenlace fatal”.
La segunda muerte
La muerte de Miguel, el otro joven que falleció en la fiesta, fue reportada el 12 de febrero a eso de la 1 de la madrugada. Fue identificado por oficiales de la Policía del CAI de Lourdes. Solo tenía 20 años de edad. Él, al igual que Arles Ardila, asistió junto con su pareja y una amiga a la que llamaban Camila.
Las primeras indagaciones señalan que hacia las 11 de la noche supuestamente consumieron éxtasis y posteriormente, habrían inhalado popper. Luego, a la 1 de la madrugada, un asistente les habría ofrecido una especie de chicle. Eso sucedió dentro del recinto, que en ese momento albergaba a más de 600 personas.
De los tres jóvenes, solo la mujer lo habría ingerido, mientras que el otro joven dijo haberlo botado. No se saben si Miguel alcanzó a consumirlo. Lo que sí aseguran testigos es que, cinco minutos después, comenzó a sentirse mal.
En esta zona está el bar donde varios jóvenes habrían sufrido percances de salud. Foto:Néstor Gómez
Sus dos amigos notaron el cambio. Inmediatamente lo sacaron del recinto hacia el exterior para darle agua, pero no lograban que reaccionara.
Luego, en medio de la angustia, salieron a la calle para pedir ayuda a una persona de una ambulancia, dicen ellos, que había sido contratada por los organizadores del evento. Allí fue atendido por personal de salud. Le suministraron oxígeno y lo trasladaron de forma inmediata a la Clínica Marly, a donde llegó a eso de la 1:40 de la madrugada.
El joven fue valorado en urgencias y a eso de las 3 a. m. fue reubicado en una unidad de cuidados intensivos (UCI), donde fue sedado e intubado. Cuando llegaron las 5 de la mañana le informaron a su compañero sentimental que Miguel había muerto luego de entrar en un paro cardiorrespiratorio. Después de 35 minutos de reanimación declararon su muerte.
Bar Studio 64 se pronunció sobre los lamentables hechos. Se solidarizaron con las familias y los amigos de las dos personas fallecidas. “Entendemos el difícil momento e inmenso dolor que los embarga. Por respeto a las familias nos habíamos abstenido de hacer pronunciamientos, pero es necesario hacer algunas aclaraciones”.
Dijeron que el evento fue un alquiler firmado a través de un contrato con la empresa Metamorphosis Bogotá S. A. S. y el Bar Studio 64, para ser realizado en una única fecha en este sitio. Agregaron que en el transcurso del evento y llegada la medianoche de ese sábado, fueron notificados de que habían sacado a un joven para recibir atención de la ambulancia que el promotor tenía dispuesta sobre la carrera 13, frente al Bar Studio 64.
Buscamos responsables, obviando que tenemos una responsabilidad individual. El bar está dispuesto a realizar campañas, a unirse a entidades y organizaciones que estén liderando estos temas sensibles.
“Del otro joven, del que se ha hecho mención en redes, no tuvimos información esa noche. En conversaciones con el coordinador de la ambulancia conocimos el fin de semana que los dos jóvenes fueron llevados con vida y, así mismo, cada uno ingresó a distintos hospitales para ser atendidos por profesionales de la salud”, señalaron.
Confirmaron que el bar dispuso de sus colaboradores para acompañar la fiesta, adicionalmente al personal que el promotor llevaba. “Estamos seguros de que en ningún momento se cortó el suministro de agua, que en Bogotá, en la localidad de Chapinero, es potable”.
También aseguraron que el establecimiento cuenta con todos los permisos de funcionamiento de acuerdo al artículo 87 del código Nacional de Policía. “Sabemos que esta situación genera conversaciones incómodas que se deben dar sobre la regulación del consumo de drogas y su uso responsable”.
Y concluyeron: “Como sociedad buscamos responsables, obviando que tenemos una responsabilidad individual. El bar está dispuesto a realizar campañas, a unirse a entidades, organizaciones y personas que estén liderando responsablemente estos temas sensibles”.
Sin permisos en regla
Según la Alcaldía de Chapinero, el bar Studio 64 nunca solicitó los permisos para el Sistema Único de Gestión de Aglomeraciones (Suga), necesarios cuando se realizan eventos masivos con artistas o DJ, sobre todo si se sobrepasa el aforo del recinto. A esto se le suma que tampoco activaron el sistema de riesgos o emergencias. “Nunca llamaron a la Policía, los Bomberos y mucho menos con la alcaldía local”.
Eso quiere decir que tomaron la decisión de atender ellos mismos la emergencia presentada por los jóvenes que, lamentablemente, murieron por sobredosis de droga. “Este bar tendrá que demostrar, en el marco del proceso policivo, el cumplimiento de requisitos asociados a este tipo de actividades”.
La Secretaría de Gobierno confirmó que durante 2022 realizaron 19.195 visitas a este tipo de establecimientos y cerraron o suspendieron a 4.027 por inconsistencias en el cumplimiento de la normativa. Este año ya van 825 visitas y 209 cierres y suspensiones.
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