“La forma como me educó mi padre afectó mis habilidades sociales. A pesar de los buenos logros en el colegio, él no permitía una baja en mis calificaciones y tampoco era afectuoso. Eso hizo que fuera excesivamente tímido, impactó mi autoestima, me sentía inferior y mediocre. Llevo muchos años trabajando para superarlo”.
Con nostalgia llegan a la mente de Andrés* los recuerdos de su infancia caracterizada por el estilo demandante con el que su padre lo presionaba a nivel personal y escolar. Su afán por hacer de Andrés una persona “correcta”, lo llevó a seguir un modelo de crianza autoritario, poco recomendado en la actualidad por los profesionales en psicología, justamente, por las secuelas emocionales que deja una formación de este tipo.
Precisamente hace unos días, la facultad de Psicología de la Universidad de La Sabana reveló el estudio: Castigo físico en Colombia: la voz de los niños y las niñas, el cual se enfocó en las opiniones y el sentir de los pequeños afectados por diferentes acciones que vulneran sus derechos.
El trabajo que se realizó a lo largo del país y que consultó a casi 1.000 niños y niñas, en edades entre los 6 y 17 años, encontró que el 52 por ciento de la muestra ha sido sujeto de castigos por parte de sus padres y/o cuidadores, lo que preocupa altamente porque se confirma que aun en nuestro tiempo, se agrede a los menores equivocadamente para corregir o ‘educar’.
Así mismo, el estudio halló que el 74,2 por ciento de los entrevistados, anotó que ese castigo consistía en quitarles o prohibirles hacer algo que les gusta mucho, y el 51,6 por ciento dijo que los golpeaban y, un 23 por ciento, que recibía insultos o gritos.
No del todo, pues si bien es cierto que la crianza autoritaria no va ligada necesariamente al maltrato físico, sí deja marcas psicológicas difíciles de reparar, porque actitudes como el control hacia los hijos, la poca comunicación y los altos niveles de exigencia de los padres, pueden afectar directamente el desarrollo de la personalidad del menor.
De acuerdo con la psicóloga clínica Adriana Amortegui, de la Fundación CEDHI (Centro de Desarrollo Humano Integral), en Bogotá, “el no generar espacios de escucha e imponerse todo el tiempo, afecta la autoestima de los niños y su capacidad de decisión y opinión”.
Al respecto, la doctora Amortegui añade que a un pequeño al que solo le enseñaron a cumplir órdenes, en el futuro será un adulto indeciso, manipulable y que probablemente, siempre esté a la espera de una voz que le diga qué hacer o que apruebe su actuar.
Y es que en nuestra sociedad, el castigo físico y psicológico existe, como lo evidencia el estudio de La Sabana, al anotar que los niños de 6 a 8 años entrevistados, en un 58 por ciento, han sido agredidos con algún objeto; el 46 por ciento ha recibido palmadas y, el 31 por ciento, ha sido reprendido con pellizcos.
Como lo explica Ana María Támara, psicóloga clínica infantil “esas historias y aprendizajes son básicos, ya que de la relación que construyas con tus padres o de la forma como interactúes con ellos en la infancia, se obtendrán las enseñanzas para toda la vida”.
A partir de ello, es fundamental para el desarrollo de tu hijo, el cómo lo eduques. Por ejemplo, Andrés hoy en día tiene un pequeño de 7 años y ha procurado criarlo totalmente diferente. “No quiero repetir con mi hijo mi historia, su crianza no es así. No quiero que me tenga miedo y nuestra relación se basa en el diálogo y el amor”, concluye.
El caso de Andrés es uno muy positivo que afirma que no necesariamente, los padres deben repetir los modelos de crianza con los que fueron educados, especialmente, si fue a través de la autoridad desmedida, minimizante y opresiva.
Resulta importante que los investigadores a cargo del estudio dicen que en un 61,2 por ciento, los niños y niñas indican que el castigo, cualquiera que este sea, les genera una infinita tristeza; al 40,9 por ciento, rabia; al 22,9 por ciento, miedo, y al 16,4 por ciento, odio, es decir, esta forma de castigo sí les marca y lo que es peor, condiciona su forma de pensar o de actuar en el futuro.
La doctora Támara indica que si Andrés busca hoy comportarse diferente con su hijo es porque ha sido consciente de los daños que representa una crianza autoritaria, y ha elegido un modelo democrático al momento de educar a su pequeño, estilo mucho más efectivo y que no afecta la autoestima o la seguridad de su hijo.
La crianza democrática es un estilo en el que los papás explican a sus niños con argumentos, el por qué de sus decisiones, pactan acuerdos frente a las responsabilidades de cada uno, y cuando se presenta un problema, buscan soluciones en conjunto, comprendiendo que el niño también tiene voz, criterio y opinión.
Para cerrar , resulta importante contar que los niños que hicieron parte del estudio de la Universidad de La Sabana, en más del 50 por ciento, indicaron que les gustaría que en vez de ser castigados con ofensas y golpes, los padres debería dialogar con ellos y aconsejarlos para reflexionar y entender en qué se están equivocado, logrando corregir y aprender de los errores.
Un número importante de estos pequeños dijo que si era necesario castigarlos se hiciera quitándoles algo que les guste jugar o hacer y, además, resultó muy impactante, según los realizadores de la investigación, que un grupo grande de ellos sostuvo que prefería que “los insultaran o les dijeran palabras ofensivas, pero que no les pegaran”.
Todo lo anterior llama a una reflexión por parte de los padres, cuidadores y educadores para que analicen su comportamiento, y procuren hacer uso de acciones que resulten mucho más asertivas en torno a la formación y educación de sus pequeños, y que erradiquen por completo de sus hogares el maltrato físico y psicológico que, claramente, hace un daño irremediable en la vida de quienes lo sufren.
*Nombre cambiado a petición del entrevistado
De acuerdo con las expertas, estas son algunas recomendaciones para que tus hijos recuerden su infancia con amor y apliquen sus aprendizajes en la edad adulta: