En los lactantes es común, sin embargo, algunas recomendaciones muy sencillas pueden aliviar los síntomas de su pequeño y evitar complicaciones en el futuro.
El reflujo gastroesofágico (RGE) es un trastorno muy común en los bebés, sobre todo en los primeros meses de vida. Aunque generalmente no reviste mayor gravedad, en algunas ocasiones puede provocar problemas en la garganta, el pulmón y el oído.
“El RGE es el paso involuntario del contenido del estómago hacia el esófago o la boca. En ocasiones, sólo produce vómito, sin embargo, en otros casos es más grave y provoca alteraciones en el crecimiento o complicaciones como inflamación del esófago, anemia o neumonía aspirativa (pasa el contenido del estómago al pulmón)”, afirma el gastroenterólogo pediatra Wilson Daza, jefe de gastroenterología y nutrición de la Clínica del Niño.
Esta complicación es causada por una incompetencia en la válvula que comunica el esófago con el estómago. Allí hay un músculo circular llamado esfínter esofágico interior, que se encarga de dejar pasar la comida y de cerrarse para que se inicie la digestión sin que el ácido gástrico ni el alimento se devuelvan.
“En el momento en el que el estómago se contrae y hace presión para poder mandar el alimento hacia el intestino delgado, la comida se devuelve hacia arriba porque esa válvula está incompetente”, explica Frida Scharf de Sanabria, otorrinolaringóloga pediatra.
Señales de alerta
Una gran cantidad de bebés menores de 12 meses sufren algún grado de RGE, pero en la mayoría de los casos no requieren un tratamiento médico.
Los síntomas más frecuentes del RGE son el vómito casi inmediatamente después de haber ingerido los alimentos. Además, hay llanto , irritabilidad, acidez, agrieras, dolor de estómago, hipo frecuente, tos constante y ronquera.
Así mismo, el niño se vuelve inapetente y muestra rechazo a la comida por el dolor que le produce pasar los alimentos
La solución está en casa
Para tratar el RGE mantega al niño inclinado y boca arriba. Para ello, se puede usar un colchón antirreflujo (más gruesos en la cabecera que en los pies). Es aconsejable no apretarles el estómago con el pañal, ni fajarlos.
También se recomienda darles alimentos más fraccionado y en menor cantidad. Además, no debe acostarse al niño después de comer y es mejor tenerlo cargado o sentado por un momento para que pase el efecto del reflujo.
Dependiendo de la gravedad del RGE, se pueden usar medicamentos que ayuden a controlar el vómito o la inflamación del esófago, formulados por un especialista.
Cuando el tratamiento con medicamentos no funciona y el caso es severo, es necesario realizar una cirugía. Aunque es poco común.
Complicaciones asociadas
En los niños con un reflujo severo, las consecuencias son más notorias, porque puede afectar otras partes del organismo, produciendo alteraciones severas. Principalmente, los perjudicados son los pulmones, los oídos, la laringe y el esófago.
Esofagitis: se ocasiona por los ácidos gástricos en el esófago. Se manifiesta con dolor abdominal, hipo frecuente, sialorrea (secreción exagerada de saliva), eructos continuos y anemia.
Laringitis: la laringe se irrita por el o con ácidos gástricos. Puede afectar a las cuerdas vocales y producir ronquera. En ocasiones, también puede generar amigdalitis.
Otitis: el reflujo puede llegar hasta la trompa de Eustaquio e inflamarla, provocando una infección severa.
Enfermedades respiratorias: en algunos casos, el contenido del estómago pasa al pulmón y produce una broncoaspiración. Esto puede ocasionar afecciones como sinusitis, bronquitis y neumonía.
Deficiencias de peso y talla: la devolución de la comida hace que el niño no adquiera los beneficios nutritivos de los alimentos. Además, el pequeño puede rechazar la comida por el dolor que le produce. Esto puede provocar desnutrición o retardo en el crecimiento.
Pate tener en cuenta
* No le dé grandes cantidades de comida.
* Eleve la cabecera de la cama unos 15 centímetros colocando ladrillos debajo de las dos patas. El uso de almohadas no es recomendable porque flexionan el estómago y el cuello.
* No le ponga ropa ajustada.
* No lo acueste después de una comida pesada. Espere entre tres o cuatro horas.
* Evite alimentos con picantes, ácidos, cítrico y grasas.
* No use medicamentos, como antiácidos, sin el visto bueno del médico.
* Consulte al pediatra para realizar un tratamiento específico.
Juan David Cárdenas P.
Redactor ABC del bebé