La diabetes es una enfermedad crónica incurable caracterizada por la presencia de concentraciones altas de glicemia en la sangre que se produce por falta de insulina o por un defecto en la acción de la misma.
Existen dos tipos, explica Silvia Chahín, endocrinóloga pediatra y miembro de la Sociedad Latinoamericana de Endocrinología Pediátrica. La primera se puede presentar desde el nacimiento, mientras que la segunda se manifiesta por desórdenes en la alimentación y el estilo de vida.
Claudia Medina es madre de dos hijos con diabetes tipo uno. Desde hace 10 años se levanta todas las noches a las dos de la mañana para medirles la glicemia.
A los 5 años, su hijo Jalil comenzó a sentir sed constante y orinaba muchas veces al día. Parecía un virus pero realmente su nivel de azúcar estaba muy alto.
Inyectarle insulina y manejarle la dieta para estabilizar su energía se convirtieron en las prioridades de sus padres. Cuando todo parecía controlado, se presentaron los mismos síntomas en su segundo hijo, Said, quien repetía insistentemente que él no sufría de ese mal.
El tipo de patología que tienen los hijos de Claudia se presenta incluso en niños recién nacidos con predisposición. El organismo genera unos anticuerpos que de manera equivocada atacan las células que producen insulina. Cuando se acaban estas, la enfermedad se manifiesta, aclara el endocrinólogo William Rojas.
De acuerdo con el análisis de la endocrinóloga, debido a los cambios de estilo de vida, cada día hay más casos de pequeños con diabetes tipo dos:una enfermedad de adultos relacionada con obesidad y sedentarismo.
Los niños que manifiestan esta diabetes tienen excesiva cantidad de insulina que con el tiempo disminuye, además no cumple el proceso que debería en el organismo del pequeño y se hace necesaria la aplicación de insulina. Puede ser una enfermedad hereditaria, aunque no siempre se desarrolla. Factores como el régimen alimentario y los hábitos del menor influyen en la presencia de la enfermedad.
“Mis hijos tienen una vida normal; sin embargo, desde muy pequeños aprendieron a controlar su alimentación, debido a que diariamente deben mantener los niveles de azúcar en la sangre e inyectarse insulina sin importar el lugar en donde se encuentren; son tan conscientes de su enfermedad que hasta hacen competencias entre ellos para ver quién tiene mejor la glicemia”, agrega la madre de los menores.
Debido a las complicaciones que se presentan de vez en cuando, Claudia se convirtió en el ángel guardián de sus hijos, ya que tuvo que volverse una ‘dura’ en controlar situaciones extremas.