El uso de suplementos y complementos nutricionales debe contar con la asesoría del pediatra o del nutricionista, pues sólo se requieren en casos específicos. Utilizarlos de manera inapropiada puede afectar la salud del niño.
En la crianza, los padres se preocupan por la inapetencia de sus hijos. Este rechazo por el alimento les hace perder la paciencia y los lleva a idear trucos inimaginables para convencer a los pequeños de saborear ese puré de ahuyama y esa ensalada de remolacha con su particular ‘caldo’ morado.
Ver que el plato permanece intacto por horas inquieta a cualquier padre y es aquí cuando algunos, desesperados, acuden a suplementos o a complementos nutricionales para tratar suplir con vitaminas las comidas que los infantes omiten.
Sin embargo, sólo en caso de deficiencia nutricional, inapetencia regular o enfermedad crónica, es conveniente el uso de estos productos, previa valoración del pediatra o del nutricionista.
Los suplementos incluyen todos los nutrientes (carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales) y pueden reemplazar una comida (como el desayuno, por ejemplo). Los complementos, como lo indica su nombre, adicionan el nutriente que le hace falta al infante: proteínas, vitaminas o minerales.
Desnutrición infantil
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, afirma que la desnutrición de los menores de 18 años en el país supera el 13 por ciento, siendo más crítica en la primera infancia (de los 0 a los 6 años). Colombia está muy cerca de la tendencia regional de una mala nutrición infantil, que es del 7,5 por ciento, de acuerdo con el estudio ‘Desnutrición Infantil en América Latina y el Caribe’ de la Cepal.
Sobre el tema, la Unicef hizo énfasis en la importancia de enriquecer los alimentos de consumo regular -añadiéndoles vitaminas y minerales esenciales- así como de distribuir complementos vitamínicos y minerales en forma de cápsulas, jarabes y pastillas para niños y mujeres en edad fértil como una forma de contrarrestar el problema.
De acuerdo con el pediatra Gonzalo Franco, esta se presenta cuando existe déficit en el suministro de alimentos o dificultad en su absorción o utilización por el organismo, manifestándose en bajo peso y talla para la edad del niño. Enfermedades intestinales (como la diarrea crónica), pulmonares, cardiacas, renales y del sistema nervioso pueden causar desnutrición en los infantes.
“Es más frecuente en los menores de 5 años, especialmente aquellos que no han recibido leche materna los primeros 6 meses, no se vacunan o no reciben afecto en su familia. En Bogotá, un informe de la Secretaría de Salud del año 1999 indica que 41 por ciento de los infantes tenía déficit de talla para la edad y 22 por ciento, de peso”, sostiene el pediatra.
Según la nutricionista Claudia Angarita, un niño con deficiencia nutricional tiene las siguientes características físicas: tez pálida, caída de pelo, piel reseca, uñas quebradizas, sueño constante, cansancio y bajo rendimiento escolar.
Es importante, agrega Franco, que en casa se consuman alimentos variados como cereales, frutas, verduras, granos, harinas, carnes, lácteos y huevos, principalmente, en una dieta equilibrada, suficiente y libre de microorganismos.
Para prevenir la desnutrición, agrega, también es clave la lactancia exclusiva durante los primeros seis meses de vida, el esquema completo de vacunación y el afecto.
Deficiencia clara
“Los suplementos se deben usar en los niños que no comen de forma regular. Entre los 18 meses y los 3 años entran en una etapa denominada ‘apetito caprichoso’, comiendo fundamentalmente golosinas y paquetes. También están los niños que no aprendieron a masticar y a deglutir, volviéndose ‘adictos’ al tetero. Estos pequeños entran en déficit de nutrientes, especialmente el hierro, el zinc y el calcio”, afirma el pediatra Gonzalo Franco.
El hierro, explica, es importante para el desarrollo del sistema nervioso central y su déficit ocasiona retardo en la escolaridad (compromete el desarrollo intelectual). Cuando hace falta calcio, las mujeres son más propensas a la osteoporosis o si el zinc es el escaso, el apetito y las defensas del menor se alteran. La carencia de vitamina A afecta, por su parte, afecta el sistema inmunológico.
Según la nutricionista Claudia Angarita, un niño con deficiencia nutricional tiene las siguientes características físicas: tez pálida, caída de pelo, piel reseca, uñas quebradizas, sueño constante, cansancio y bajo rendimiento escolar.
Valoración específica
Los adultos cometen errores como alterar dosis de tales productos, creyendo que así mejorarán el estado nutricional de los menores.
“Si el niño no se alimenta como es debido, hay que hacer una evaluación nutricional para saber qué está comiendo o si existe deficiencia de calorías, proteínas o vitaminas. Aquél que desayuna y almuerza bien, pero no come frutas ni verduras, requeriría, por ejemplo, vitaminas”, afirma la nutricionista Angarita.
Según la especialista, el uso de suplementos y complementos debe partir de un seguimiento a la alimentación del infante durante cinco o seis días continuos. Se analiza qué cantidad de nutrientes consume, cuáles son las deficiencias y se decide si es conveniente suplementar o complementar. “Se indagan las costumbres alimentarias del niño; se retiran algunas y se adicionan otras para organizar su alimentación. Por eso es importante que esta sea dirigida por un especialista”, indica el pediatra Gonzalo Franco.
¿Cómo usarlos?
Cuando el niño no come, algunos padres refuerzan su escasa ingesta con vitaminas, pero deben utilizarse cuando se haya comprobado la deficiencia específica de alguna.
“Si se le ofrece al niño vitaminas A, D y E adicionales, el cuerpo las almacena y pueden producirle toxicidad. El hecho de consumir más vitamina A de la que el infante necesita puede dañar su hígado”, indica Angarita. Esta vitamina, además, en un niño que se alimenta a medias, no le va a dar la energía necesaria para su desarrollo, pues las vitaminas no la producen, aunque ayudan a los carbohidratos, grasas y proteínas a transformarse en esta.
Un suplemento o complemento se istra después del año de vida. Por un lado, hay que introducir el producto pero a la vez educar al niño en la comida. Los suplementos se utilizan por tres meses y los complementos, entre uno y dos, aunque ello depende de cada caso. El consumo de zinc, por ejemplo, debe prolongarse por más de un mes para ver los resultados.
La mayoría de suplementos se preparan en agua. Es vital seguir las indicaciones del empaque: si dice cinco cucharadas, debe utilizarse esta misma medida porque disminuir o aumentar la cantidad altera la concentración de los nutrientes y puede producir diarrea en el niño.
A un infante sano, que a veces no come, se le debe ofrecer uno o dos vasos de suplemento al día. En caso de que requiera un complemento de hierro, es vital que consuma vitamina C, pues esta facilita la absorción del mineral.
La importancia del zinc
Según el pediatra Gonzalo Franco, este nutriente forma parte de más de 200 enzimas del organismo, pero su cantidad en el cuerpo es mínima.
Un estudio realizado en el Hospital Lorencita Villegas de Santos, del cual fue partícipe Franco, halló que los niños con diarrea aguda pierden zinc durante estos episodios. Este hallazgo se obtuvo a partir de la medición de los niveles del nutriente en el pelo de los infantes. El zinc es clave para el crecimiento, el sistema inmunológico y el apetito.
Actualmente, añade el pediatra, existen investigaciones que buscan adicionar zinc al suero de hidratación oral.
Los suplementos alimentarios que la industria ha diseñado se encuentran adicionados con zinc; también algunos productos farmacéuticos. Es importante incluirlo en la dieta de los niños que comen mal, han tenido diarrea o están desnutridos.
De forma natural se encuentra en las vísceras como hígado, menudencias de pollo y algunos vegetales.
Recomendaciones
Tenga en cuenta antes de utilizar un suplemento o complemento:Que sean de una industria reconocida.Se utilicen bajo orientación médica.Tengan efecto terapéutico definido.Estén diseñados específicamente
para niños.Cuenten con respaldo científico.
“Si en los controles pediátricos el niño no gana o pierde peso, es un indicador para pensar en el inicio de desnutrición y, si esto se prolonga, también se afecta la talla”, dice el pediatra Gonzalo Franco.
Andrea Linares G.
Redactora ABC del Bebé